Por Guadalupe Lizárraga
LOS ÁNGELES.- “Quiero pensar que a mi hija la mataron el mismo día que desapareció”, señala Ernestina Enríquez, quien se enteró por las redes sociales que su hija yacía en la morgue de Ciudad Juárez por al menos dos años. Las autoridades fiscales del estado, ese mismo día, negaban que tuvieran el cuerpo de Adriana Sarmiento Enríquez, aún después de que la información circulara por Los Ángeles Press. Sin embargo, fue hasta el final de la tarde que la fiscalía confirmó a la madre la posesión de los restos de esta joven que apenas tenía 15 años de edad cuando fue secuestrada en el regreso de la escuela a su casa el 18 de enero de 2008.
Ernestina narra que las autoridades le entregaron la ropa que su hija traía puesta el día que desapareció. Pero al principio, la fiscalía insistía en enseñarle sólo fotografías de las cosas. Ernestina, “con la fortaleza que le ha dado Dios”, dice, exigió identificar cada detalle y cada resto de la osamenta de su hija, y no sólo verla en fotografías. “Identifiqué su cabello, largo y esponjado, como a ella le gustaba traerlo. Aún tenía las ligas que usaba. Los dientes no los tenía, ni tampoco todas las uñas, pero los huesos de sus dedos estaban completos”.
La sorpresa para Ernestina fue encontrar todavía, en los restos de una uña de los dedos del pie, el esmalte que Adriana usaba. “Después de tanto tiempo, y se conservaba el color”. Incluso traía el mismo pantalón del uniforme, su blusa de la escuela, toda la ropa con la que Ernestina la vio por última vez. Por eso, insiste, “creo que a ella la mataron el mismo día que se la llevaron”. La descripción detallada de la madre sobre los restos de su hija apunta a que no fue mutilada, aunque desconoce el tipo de suplicio que habría pasado su hija.
“Ellos tienen los cuerpos, ¿por qué no los entregan?”
El cuerpo fue encontrado en el poblado de San Agustín, en el Valle de Juárez, según la información que la fiscalía dio a la madre. Le dijeron que la habían encontrado semienterrada y que “alguien” del poblado, al pasar por un camino, aledaño al panteón, “vio un cráneo que salía de la tierra”, y llamaron por teléfono a las autoridades. Esto sería el 5 de noviembre de 2009, de acuerdo a la información oficial, cuando el cuerpo fue trasladado a la morgue de Ciudad Juárez donde se guardó hasta el 30 de noviembre de 2011, día que se enteró la madre de la víctima y reclamó la entrega. La prueba de ADN se realizó el 25 de julio de 2011, dijo la antropóloga forense, aunque Ernestina había aportado su muestra de ADN en abril de ese mismo año.
Ernestina también recibió la información, “a mediados de 2009”, sin que fuese corroborada por parte de la fiscalía, que su hija estaba siendo prostituida, junto con otras jóvenes también reportadas como desaparecidas. Hoy sabe que era una falsa pista que le daban y que no coincide con las características del hallazgo de los restos humanos que le fueron entregados. La fiscalía ya tenía el cuerpo guardado en la morgue, aunque supuestamente todavía no había sido confirmada la identidad, cuando las autoridades también le informaron que habían encontrado unos números de teléfono de la Ciudad de México en el celular de Adriana. Ello los llevó a hacer un recorrido, incluso con algunos periodistas, para investigar sobre posibles rutas de explotación sexual que apuntaban hacia ciudades cercanas al Distrito Federal como Puebla y Tlaxcala.
“No se vale, Guadalupe, no se vale”, llora Ernestina, “se estaban haciendo pendejos, si ya tenían a mi hija”. La madre dice que insistió a las autoridades en aquel año, 2009, que si tenían el cuerpo de su hija se lo entregaran. “Y mira lo que me hacen”, continúa, “he recibido de todo, burlas, humillaciones, falsas esperanzas. Miran cómo me la entregan”
El caso de Adriana Sarmiento fue catalogado por las autoridades como de “trata de blancas con fines de explotación sexual”, y de “alto riesgo” porque era menor de edad. Esta información le asustaba a su madre, porque “tenía que tener cuidado, con lo que decía”, le señalaron, “para no entorpecer las investigaciones”. Buscaron a Adriana, dice, durante el siguiente mes que desapareció, en 2008, después todo fue una farsa. Incluso a Ernestina le llegó a sorprender, en aquellos días, que el caso de su hija tuviera tanta atención de la policía municipal y de otras autoridades para buscarla. “Apareció en la prensa local fotos y boletines que la estaban buscando”. Pero todo era en vano, su hija, así lo cree, ya estaba muerta y enterrada desde que se la llevaron.
Lo que se desconoce aún es si la joven fue asesinada en el lugar donde fue hallada, o si trasladaron el cuerpo hasta ahí. Las autoridades tampoco dieron a Ernestina el análisis forense, si es que se llegó a realizar, donde establece el tiempo transcurrido desde la muerte de su hija. La antropóloga forense dijo a los medios que había sido victimada "hacía más de un año" después de que fue enterrado. Según estudios de entomología forense, un cuerpo, por el tipo de insectos que se encuentra en su descomposición, podría identificarse con precisión la fecha y las circunstancias de la muerte de la víctima, datos clave cuando se trata de homicidios en investigaciones judiciales. En el caso de Adriana Sarmiento, aún tenía cabello en el cráneo y conservaba algunos restos de piel y uñas en los pies que logró reconocer la madre por el esmalte, podría pensarse, de acuerdo a estos estudios, que tenía poco menos de un año enterrada por el grado de descomposición. Pero esto sólo pueden saberlo las autoridades forenses.
Ernestina dice que las autoridades ahora la tratan “como una reina, muy atentos y encargándose de todos los servicios funerarios”. Concluye que, aún con su tristeza y su coraje, se armó de valor para preguntar a la antropóloga forense que si tenían más cuerpos. Pero la forense le dijo que no. “No tenemos más. Sólo restos masculinos”.