Familiares y campesinos protestan en las inmediaciones del aeropuerto de Ciudad Juárez, a unas horas de la llegada del FranciscoFoto Afp
Arturo Cano
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de febrero de 2016, p. 5
Miércoles 17 de febrero de 2016, p. 5
Ciudad Juárez, Chih.
Como han hecho durante largos años, las madres coraje del Paso del Norte gritaron su dolor con una brocha y pintaron los postes de rosa mexicano para resaltar la cruz negra que representa la ausencia de sus hijas. Esta vez lo hicieron en una de las avenidas por las que pasará el máximo jefe de la Iglesia católica.
Los militares que las vigilaban a corta distancia no se lo impidieron, pero sí se pusieron a marchar en la acera de enfrente, en un aparente acto de intimidación. Igual, a las señoras les sirvieron de poco la asoleada y las manos llenas de pintura. Por la noche, diligentes empleados del ayuntamiento cubrieron las cruces como quien echa la mierda del gato debajo de la alfombra.
Las élites política y empresarial no quieren que nada empañe su manera de entender la visita de Francisco. El Papa, piensan, no eligió Ciudad Juárez porque haya ganado varios años el título de
ciudad más violenta del mundo. Tampoco porque haya sido largo tiempo sinónimo de violencia contra las mujeres, ni porque sea punto de retorno de migrantes deportados o el mejor empleo de las bendiciones y maldiciones (pleno empleo, salarios de miseria) de Maquilatitlán.
Nada de eso. Si el obispo de Roma quiso venir a esta frontera fue porque Juárez, dicen los empresarios, es un modelo que ahora se repite en otras partes del país. En un documental (patrocinado por un organismo convenientemente llamado Fideicomiso para la Competitividad y Seguridad Ciudadana) se define la idea:
Juárez, la sociedad que enfrentó la ciudad más peligrosa del mundo, como si sociedad y ciudad fuesen conceptos ajenos y separables.
En fin, lo que no explica el documental queda claro cuando se recorren las principales avenidas de esta ciudad: cualquiera se cansa de contar, porque así de abrumadores son los anuncios espectaculares con la imagen del argentino Jorge Mario Bergoglio.
Claro, los señores empresarios no dan paso sin huarache. Al lado del rostro del obispo de Roma se anuncian desde el zar del gas doméstico (la familia Zaragoza) hasta un changarro de lavado de autos que promete un papamóvil rechinando de limpio. Sin exageración alguna, son cientos de anuncios. La mayor parte se consagran a dar la bienvenida al ilustre visitante. Otros, unos cuantos, reproducen alguna frase incolora del pontífice.
Con el laicismo como pieza de museo para el arrastre –ya que según el Presidente de la República todos somos guadalupanos–, los gobiernos municipal y estatal firman desplegados de plana entera con las autoridades eclesiásticas.
Misionero de misericordia y paz, le llaman, y el renovado matrimonio apenas disimula con un encabezado que reza
visita oficial.
Claro, eso de que el rostro del Papa sea utilizado para anunciar un negocio tiene sus límites. Y uno es que se metan con los artículos religiosos. Por ello la diócesis local instruye severamente a sus feligreses: no compres artículos piratas, sólo los
oficiales, porque los fondos serán usados para obras pías. Llaves, veladoras, medallas conmemorativas y rosarios compiten con los artículos más vendidos: las playeras cuyos precios van de 90 a 150 pesos.
El celo de la diócesis no llega a restauranteros y hoteleros que hacen su agosto en febrero.
–¿Cuál es la tarifa de la habitación?
–900 pesos, pero eso hoy. A partir de mañana y hasta el jueves serían 200 dólares más IVA –dice el empleado de un hotel de medio pelo.
Como las tarifas son impagables para muchos, el gobierno ha habilitado media docena de centros comunitarios para que funcionen como albergues de peregrinos.
Las autoridades municipales calculan que en los recorridos y los eventos participará un millón de personas. La espera para la misa será de al menos 12 horas y no menos de ocho se chutarán los que gozarán la primera fila detrás de las vallas. Los ciudadanos con tal privilegio se registraron por Internet y tuvieron que adquirir camiseta y playera. Temerosos de la improvisación, los juarenses incluso hicieron dos
simulacrosdel recorrido papal. En el último, el pasado domingo, participaron 25 mil personas.
El sucesor de Pedro sostendrá un encuentro con el
mundo del trabajo, en el cual es de esperarse que lleven la voz cantante líderes empresariales y… obreros sueltos, porque aquí los sindicatos están prácticamente proscritos.
En el Cereso 3, Bergoglio se reunirá con 700 reos, algunos de ellos sobrevivientes de la matanza de 2011, cuando los Artistas Asesinos y Los Mexicles (brazos armados del cártel de Sinaloa) se fueron contra Los Aztecas (lo propio del cártel de Juárez), con saldo de 17 muertos y más de 20 heridos.
En aquel entonces, el alcalde juarense era Héctor Murguía, quien ahora busca el puesto por tercera vez. Cuando le preguntaron cómo lograría evitar otra masacre, respondió:
Sólo Dios puede garantizar eso. Bueno, a ver si su representante en el planeta le da una manita.
El último acto de Francisco en Juárez, y en México, será una misa en el lugar conocido como El Punto, en plena línea fronteriza. Se trata de unos terrenos que se han empleado para la feria de la ciudad y que el generoso gobierno municipal donó a la Iglesia para construir un templo con un montón de añadidos
culturalesy
artísticos(proyecto pagado por un empresario mueblero de apellido Coppel).
A la misa, donde se espera que el Papa jesuita se refiera a los miles que han muerto en su intento de cruzar la frontera, acudirán, según los organizadores, unas 220 mil personas. Del otro lado, a unos pasos del río Bravo, el Estadio Sun Bowl, de la Universidad de Texas, tendrá pantallas gigantes para que 50 mil personas más sigan el acto litúrgico.
Habrá terminado entonces la gira papal; de aquí volará a Roma.