Un grupo de madres de mujeres secuestradas o asesinadas durante una protesta frente a la Fiscalía en Ciudad Juárez (Foto de archivo).
LUIS CHAPARRO
AFP
CIUDAD JUAREZ -- Las madres de la población mexicana de Ciudad Juárez buscan en el desierto o en la morgue a sus hijas desaparecidas o secuestradas, una situación que recuerda la tragedia vivida en los años noventa, que dejó entre sus habitantes, heridas aún no cicatrizadas.
El desierto del Valle de Juárez, un conjunto de pueblos agrícolas situados a las afueras de la ciudad, fronteriza con EEUU, se ha convertido en un cementerio clandestino de mujeres asesinadas y en lo que va de año se han encontrado al menos 13 cuerpos.
El pasado 7 de febrero, agentes de la Fiscalía General de Chihuahua realizaron un rastreo tras una llamada anónima que alertaba del hallazgo de restos humanos en el suroeste del poblado de San Ignacio, un pequeño municipio dentro del Valle de Juárez.
Las autoridades encontraron los restos de cuatro jóvenes mujeres, algunas desaparecidas desde 2010. Días más tarde se hallaron los restos de otras cinco personas en distintas zonas del mismo poblado.
“En lo que va del 2012 han sido encontrados 9 cuerpos, es decir, restos óseos pertenecientes a nueve cuerpos y hay tres cuerpos probables más, pero de estos no estamos seguros si son de jovencitas también”, dijo el portavoz de la Fiscalía, Carlos González.
“De estos nueve cuerpos confirmados, los familiares han ya identificado a cuatro. Los demás siguen sin identificar”, agregó. A todos ellos se añade un cadáver encontrado en las últimas horas.
El periodista español Javier Juárez, quien ha cubierto los feminicidios en Ciudad Juárez desde hace varios años, afirma que los grupos dedicados al secuestro de mujeres jóvenes han elegido esta zona por el hermetismo que mantienen los residentes.
“Es una zona que ha sido controlada por narcotraficantes, es un lugar muy hermético y difícil de acceder. En nuestras investigaciones hemos encontrado incluso una casa de seguridad donde presuntamente se mantiene cautivas a las mujeres secuestradas”, dijo Juárez a Efe.
Para Imelda Marrufo, coordinadora de la organización Red Mesa de Mujeres, dedicada a apoyar a las madres con hijas asesinadas o desaparecidas en Ciudad Juárez, esta es una situación que “lamentablemente” se veía venir.
“En los últimos años la situación de violencia criminalizada había opacado la de la violencia contra las mujeres. Este nuevo capítulo nos confirma una situación que estábamos previendo que podría suceder”, explicó.
En la década de los noventa Ciudad Juárez vivió una etapa tenebrosa en la que desaparecieron centenares de jóvenes y adolescentes, muchas de ellas aún en paradero desconocido. Ahora, para algunos, el panorama puede ser peor.
“La situación actual es aún más grave de la que ocurrió en la década de los 90”, afirmó Juárez.
“En los últimos cuatro años -añadió- hemos visto la desaparición de cerca de 200 adolescentes, según nuestros datos. Las autoridades dan una cifra mucho menor, pero entre el conteo paralelo de las familias y de nosotros, hablamos de entre 160 y 200”.
El 23 de febrero pasado, María García, madre de Jessica Peña, desaparecida en 2010, recibió una llamada de la fiscalía: su hija había estado en la morgue desde aquel año y necesitaban que la identificara.
La indignación de la mujer, que llevaba dos años buscando a su hija, la llevó a velar los restos de Jessica frente a las instalaciones de la Fiscalía para exigir una disculpa del gobernador y una explicación.
“Hay cuerpos que han permanecido hasta 3 años en la morgue”, denuncia Marrufo, para añadir que ello les causó gran “indignación” porque mientras las madres “buscaban día y noche a sus hijas, los restos ya estaban en la morgue escondidos”.
La Fiscalía de Chihuahua afirma trabajar de cerca con los padres de familia y organizaciones civiles para evitar que los cuerpos queden “olvidados” en las instalaciones del Servicio Médico Forense.
“Lamentablemente se han ido entregando restos óseos de acuerdo a como se van dando las identificaciones. Pero para esto hemos estado muy de cerca con los padres y organizaciones”, comentó González.
“Incluso hace un mes se entregó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos un listado con una base de datos genética para cruzar información y agilizar la entrega e identificación”, agregó.
Para las madres, la entrega de los restos de sus hijas asesinadas les ha dejado un sentimiento ambivalente: por un lado, alivio, porque la búsqueda ha terminado y, por otro, la certeza de que sus hijas fueron asesinadas.
Para otras madres sigue la tragedia: desde 1993 siguen abiertos 116 casos de mujeres desaparecidas, según datos de la Fiscalía, pero el Comité de Madres y Familiares con Hijas Desaparecidas cree que pueden llegar a 200.