Por Olivia Zerón
@oliviazeron
Reportera y conductora chilanga. Le gusta hacer televisión y radio. Con debilidad por conocer y contar historias de los demás. Ama el DF.
“Para mí no va a ser responsable el que me mató, para mí va a ser responsable el gobierno”, dijo Malú García. Su hermana fue desaparecida y asesinada en 2001 en Ciudad Juárez. La activista dejó Chihuahua porque fue amenazada. Su madre, Norma Andrade, fundadora de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, tuvo que irse del país luego de un atentado. Malú vive ahora en el Estado de México, pero no está a salvo: el 26 de enero le dispararon a su camioneta cuando volvía a su casa en Metepec. No está a salvo, como tampoco lo estuvo Marisela Escobedo, asesinada en 2010 frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua mientras exigía justicia por la muerte de su hija. No está a salvo, porque quienes defienden derechos humanos en México, por lo general, no lo están. Lo dijo bien claro el relator de la ONU, Michel Forst tras su visita a nuestro país. Van las siguientes preguntas, por si las autoridades ya lo olvidaron:
1. ¿Saben que Forst destacó que las defensoras son víctimas “de un patrón de ataques y violencia”?
2. ¿Saben que advirtió que hay un contexto de impunidad del 98 por ciento?
3. ¿Tienen presente que se refirió a la participación de policías municipales, estatales, federales y miembros de las fuerzas armadas en gran parte de las agresiones?
4. ¿Recuerdan que al entregar sus observaciones pidió un minuto de silencio por el defensor de bosques rarámuri asesinado, Isidro Baldenegro?
5. ¿Recuerdan que al mencionarlo dijo que su caso es “una muestra” de la “tendencia de muerte” que padecen los defensores?