Patricia Gutiérrez Rodríguez
En el feminicidio no estamos todos los que debiéramos estar, faltan ustedes en nuestra lucha. No esperen estar en mis zapatos y cargar mi dolor para entender lo que es, externó a EL ÁNGEL DE PUEBLA, Norma Andrade.
Su historia comenzó en 2001. Un 14 de febrero su hija Lilia Alejandra García Andrade, no regresó a casa; siete días después, fue hallada muerta.
Su deseo de justicia la impulsó, junto con otras madres, a conformar la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, en Ciudad Juárez, Chihuahua. En entrevista con esta casa editorial, Andrade relató parte de lo que ha sido su peregrinar durante más de una década.
La tragedia que envolvió a su familia inició, irónicamente, un Día del Amor y de la Amistad cuando Ale no regresó, salió a las 7 de la noche de la maquiladora en la que laboraba y nunca más se le volvió a ver con vida.
Cuatro meses tenía Kaleb, y Jade un año y ocho meses, cuando su madre, Lilia Alejandra, murió. Fue violada por tres sujetos, torturada y estrangulada.
Norma Andrade acudió a presentar una denuncia, pero en la agencia del Ministerio Público le dijeron que era pronto para darla por desaparecido. Le sugirieron que la esperara en la empresa porque necesariamente tenía que ir a cobrar su quincena.
El 21 de febrero una vecina le comentó que habían encontrado el cuerpo de una joven. El hermano de Norma reconoció a la víctima.
De acuerdo con la necropsia, tenía no más de un día de haber sido asesinada por estrangulamiento, no sin antes haber sido torturada; el mismo tiempo había transcurrido cuando en el 066 se reportó a una mujer desnuda corriendo por la calle, no hubo respuesta.
Sobreviviente a dos ataques, el primero de ellos con cinco balazos, y el segundo con navajas, Norma Andrade estuvo en Puebla, asistió al Encuentro Iberoamericano de la Sociedad Civil y al Foro de Derechos Humanos del Sistema Universitario Jesuita