Por Guadalupe Lizárraga
LOS ÁNGELES.- Ernestina Enríquez se enteró por Facebook que su hija yacía en la morgue desde 2008, el año que desapareció en Ciudad Juárez. Adriana Sarmiento Enríquez tenía 15 años cuando su madre la vio por última vez. Después de reportarla como desaparecida, en casi cuatro años, ninguna autoridad le informó que su hija estaba muerta en las instalaciones del servicio forense local. “De la fiscalía nadie me ha hablado, nadie. Yo todo esto lo sé por el Facebook, por la fiscalía no sé nada”, dijo en entrevista.
La información empezó a circular en las redes a primera hora con el reporte de Los Ángeles Press, y fue leída en España por el periodista, Javier Juárez, activista e investigador de los casos de desaparecidas en México. Ernestina se sorprendió de la llamada del reportero para preguntarle cómo se encontraba. Fue cuando soltó un llanto de dolor. “¿Qué me tienas que decir, Javier?” Y el reportero le pidió que revisara la red.
El consuelo para Ernestina no llega, a pesar de que podría pensarse como un descanso emocional al menos saber dónde está su hija, después de años de incertidumbre. “Tengo mucho coraje”, dice soltando apenas las palabras para contenerse. “Las noticias que sean, pero que no me la detengan, y se han hecho pendejos todo este tiempo”, explica el por qué de su insistencia a las autoridades para que no le mintieran, que ella preferíasaber de su hija en cualquier circunstancia.
La fiscalía del estado de Chihuahua conoció la información también desde tempranas horas, pero ningún funcionario llamó a Ernestina. Fue Norma Ledesma, madre de otra víctima, quien se comunicó por la tarde, para indicarle que necesitaban hablar con ella. Ahí supo Ernestina que la información de las redes era verídica, y que las autoridades habían retenido todo ese tiempo el cuerpo de su hija y le habían omitido información.
“El cuerpo de Adriana Sarmiento se encontraba en la morgue desde 2009”, confirmó oficialmente la representante de la fiscalía que en el mismo día viajó desde Chihuahua a Ciudad Juárez, un tramo de 366 kilómetros, para informar, ahora sí con premura, a la madre sobre el destino de su hija.
Ernestina, sin quebrarse y con un tono severo, dijo a la funcionaria:
–“Me la van a entregar”.
–“Ya estaban por hablarle”, respondió la fiscal. “Pero sólo era el cuerpo de Adriana”.
–“Porqué no nos habían informado? ¿Por qué no informan a la población que encontraron un cuerpo, si todas las madres
estamos pendientes?”
–“Porque ellos son nuevos, hay mucha gente nueva en la fiscalía”.
–“Y los demás cuerpos?”
–“Adriana no estaba en una fosa, la encontraron en un camino. No hay otros 15 cuerpos como dicen.”
Ernestina cuenta que, más o menos, así fue el tiroteo lingüístico entre la fiscal y ella. Dice con firmeza que la funcionaria se defendió, pero no pudo con ella. “Con mi garganta de drenaje, les dije todo lo que sentía. Todo lo que pensaba de ellos, lo que eran y lo que les hacían a las madres con sus mentiras. Y ella me alegaba una cosa, y a mí me habían dicho otra muy distinta. ¿Por qué lo hacen? ¿Para qué las quieren? ¿Qué les quitan?” Un largo suspiro.
“Yo me siento burlada”, exclama con agotamiento y su voz se escucha deseosa de un abrazo protector. “Es una burla el monumento en el Campo Algodonero. Es una burla…”.
AUDIO DE ERNESTINA ENRIQUEZ (da click al enlace para escucharlo)
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