La activista social Norma Andrade, fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, se reunió ayer con el gobernador César Duarte Jáquez, para solicitarle ayuda a fin de emigrar del estado luego del ataque a balazos del que fue objeto hace unos días.
Andrade le pidió al mandatario su apoyo para el trasladado de su plaza de maestra a otra entidad, así como para continuar recibiendo seguridad personal.
“Solicité hablar con él porque me querían retirar las medidas de seguridad y yo le pedí que por lo menos me den apoyo hasta cuando me sienta más segura”, dijo Andrade, quien sostuvo que el único avance en la investigación del atentado es la elaboración del retrato hablado del hombre que le disparó el pasado 2 de diciembre cuando salía de su casa en Infonavit Solidaridad.
“Yo no puedo describir a mi atacante, o sea no lo vi, lo único que observé fueron sus ojos”, dijo.
Al hablar de la agresión, Andrade confirmó que no se trató de un carjaking, pues ella trató de entregarle su bolso y las llaves de la camioneta que iba a abordar al delincuente que la interceptó. Sin embargo, éste le disparó en repetidas ocasiones luego de que la primera bala se encasquilló.
De acuerdo con la entrevistada, Duarte Jáquez se comprometió a apoyarla en su salida del estado y a realizar las gestiones necesarias para se le reconozcan sus 18 años dentro del magisterio.
Andrade dijo que posiblemente su ataque obedeció a un intento por desestabilizar el Gobierno y afirmó que no quiere pensar que la agresión proviene del propio Estado, y por ende prefiere esperar a que Duarte cumpla su palabra.
Ante la posibilidad de que la entrevista concedida anoche a representantes de los medios de comunicación fuera una de las últimas, por su inminente salida de la entidad, Norma Andrade, recordó que su lucha inició a raíz de la desaparición de una de sus hijas: Lilia Alejandra García, de 17 años, el 14 de febrero de 2001, y encontrada asesinada y ultrajada sexualmente el siguiente día 21 en un lote baldío de esta frontera.
“Yo voy a seguir exigiendo al asesino de mi hija en la cárcel, esté en donde yo esté, en cualquier país a donde vaya. Me dicen activista e incluso derechohumanista, pero no es verdad. Yo soy una madre exigiendo justicia; me quitan el derecho a decir que soy una madre al mencionar que soy una activista. Lucho por encontrar al asesino de mi hija y de tantas jóvenes”, afirmó.
Andrade expresó que no desea dejar Ciudad Juárez, pero las circunstancias y la necesidad de brindar seguridad a sus hijos la obliga a irse.
“Es mi ciudad son mis raíces. Toda una vida aquí. Yo digo que debemos luchar hombro con hombro para tener esa ciudad que teníamos. No dejemos que se convierta en un pueblo fantasma, Ciudad Juárez es un desierto que hemos ido cambiando, un desierto muy bonito. No toda su gente es mala, son personas que salen a trabajar todas las mañanas, a dar la vida por sus hijos. No permitamos que terminen con nosotros”, afirmó.
Finalmente expresó que por el momento no puede perdonar a su agresor y agradeció a sus vecinos, pues ellos arriesgaron su integridad física al trasladarla a recibir asistencia médica el día del ataque.
Respecto a su estado de salud, la maestra Andrade indicó que la mano derecha le fue reconstruida y por el momento no sabe si el brazo lesionado va a responder al tratamiento, pues eso se conocerá hasta dentro de tres meses. De no ser así será necesario que reciba un injerto.
“Físicamente ahí voy. Anímicamente no, tengo terror de tener a alguien detrás de mí. Me da miedo salir a la calle”, agregó.
Andrade está siendo custodiada por elementos de la Policía Federal, ministerial y de la Policía Única.
Andrade le pidió al mandatario su apoyo para el trasladado de su plaza de maestra a otra entidad, así como para continuar recibiendo seguridad personal.
“Solicité hablar con él porque me querían retirar las medidas de seguridad y yo le pedí que por lo menos me den apoyo hasta cuando me sienta más segura”, dijo Andrade, quien sostuvo que el único avance en la investigación del atentado es la elaboración del retrato hablado del hombre que le disparó el pasado 2 de diciembre cuando salía de su casa en Infonavit Solidaridad.
“Yo no puedo describir a mi atacante, o sea no lo vi, lo único que observé fueron sus ojos”, dijo.
Al hablar de la agresión, Andrade confirmó que no se trató de un carjaking, pues ella trató de entregarle su bolso y las llaves de la camioneta que iba a abordar al delincuente que la interceptó. Sin embargo, éste le disparó en repetidas ocasiones luego de que la primera bala se encasquilló.
De acuerdo con la entrevistada, Duarte Jáquez se comprometió a apoyarla en su salida del estado y a realizar las gestiones necesarias para se le reconozcan sus 18 años dentro del magisterio.
Andrade dijo que posiblemente su ataque obedeció a un intento por desestabilizar el Gobierno y afirmó que no quiere pensar que la agresión proviene del propio Estado, y por ende prefiere esperar a que Duarte cumpla su palabra.
Ante la posibilidad de que la entrevista concedida anoche a representantes de los medios de comunicación fuera una de las últimas, por su inminente salida de la entidad, Norma Andrade, recordó que su lucha inició a raíz de la desaparición de una de sus hijas: Lilia Alejandra García, de 17 años, el 14 de febrero de 2001, y encontrada asesinada y ultrajada sexualmente el siguiente día 21 en un lote baldío de esta frontera.
“Yo voy a seguir exigiendo al asesino de mi hija en la cárcel, esté en donde yo esté, en cualquier país a donde vaya. Me dicen activista e incluso derechohumanista, pero no es verdad. Yo soy una madre exigiendo justicia; me quitan el derecho a decir que soy una madre al mencionar que soy una activista. Lucho por encontrar al asesino de mi hija y de tantas jóvenes”, afirmó.
Andrade expresó que no desea dejar Ciudad Juárez, pero las circunstancias y la necesidad de brindar seguridad a sus hijos la obliga a irse.
“Es mi ciudad son mis raíces. Toda una vida aquí. Yo digo que debemos luchar hombro con hombro para tener esa ciudad que teníamos. No dejemos que se convierta en un pueblo fantasma, Ciudad Juárez es un desierto que hemos ido cambiando, un desierto muy bonito. No toda su gente es mala, son personas que salen a trabajar todas las mañanas, a dar la vida por sus hijos. No permitamos que terminen con nosotros”, afirmó.
Finalmente expresó que por el momento no puede perdonar a su agresor y agradeció a sus vecinos, pues ellos arriesgaron su integridad física al trasladarla a recibir asistencia médica el día del ataque.
Respecto a su estado de salud, la maestra Andrade indicó que la mano derecha le fue reconstruida y por el momento no sabe si el brazo lesionado va a responder al tratamiento, pues eso se conocerá hasta dentro de tres meses. De no ser así será necesario que reciba un injerto.
“Físicamente ahí voy. Anímicamente no, tengo terror de tener a alguien detrás de mí. Me da miedo salir a la calle”, agregó.
Andrade está siendo custodiada por elementos de la Policía Federal, ministerial y de la Policía Única.