Por Lucero Mendizabal
Más de diez años del peregrinar que llevan decenas de madres y familiares en Ciudad Juárez en la búsqueda de justicia frente a lo que Marcela Lagarde llamó «feminicidio»*. Justo hace dos semanas, en su participación en el seminario de Mundos Rurales, tierra, territorio y territorialidades, Malú García Andrade (activista y fundadora de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa) anunció para el día 23 de septiembre una acción «sorpresa». Se instalaría una huelga de hambre y no podían ofrecer más detalles. Ayer, en un intento por instalar su plantón a las afueras de Los Pinos fueron increpadas por oficiales del Estado mayor presidencial.
Por otra parte, en la convocatoria que lanzaron para concentrarse en la Estela de Luz a las 10 de la mañana, aunque tuvo muy poca asistencia, destacó la figura de Ignacio del Valle, en representación del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco, manifestó su solidaridad e hizo un llamado de atención a la comunidad al advertir que es una causa a la que todo mundo debería sumarse.
Antes de las 11 de la mañana, se dio el aviso para que el grupo de personas que asistió a esta actividad se desplazara a la entrada de Los Pinos. La pequeña marcha tomó un carril de la avenida Reforma al grito de «¡Ni una más! ¡Alto a los feminicidios!». Al llegar, un despliegue bastante amplio de granaderos impidió el paso de los manifestantes. Se intentó entrar por otro acceso pero la presencia de personal policial se duplicó. Hubo un intento de romper el bloque policiaco con una fila de mujeres encabezando la caminata, sin éxito alguno.
Entonces hubo un llamado de parte de las activistas y familiares para esperarlas en ese lugar ya que no les habían permitido instalarse. Mientras tanto, los manifestantes increpaban a los elementos de la policía: «También tienes hijas, madre, hermanas. ¿Qué harás está noche al llegar a tu casa y verlas?. Les dirás como impediste que un grupo de mujeres se manifestará porque hay muchas desaparecidas y asesinadas?» El ambiente era de indignación. «Es mi derecho a manifestarme, a transitar de manera libre por mi país, ¿por qué me impides el acceso?» Las consignas seguían escuchándose con gran fuerza.
Al salir, Malú García Andrade y el resto del colectivo que se encontraba a las afueras de la casa presidencial decidieron cerrar Reforma hasta que obtuvieran una respuesta clara y contundente a sus demandas. «La denuncia es clara, hay una gran indiferencia por parte de las autoridades sobre la desaparición de nuestras hijas y hermanas», acusaba García Andrade, mientras dirigían sus pasos hacia la avenida que pretendían tomar.
A la altura del metro Auditorio un nuevo bloque de policías impedía el paso de las y los manifestantes; así como de los peatones que salían del transporte público. Comenzaron a llegar agentes vestidos de civil, y se escuchaba que algún mando solicitaba el refuerzo de mujeres policías. Hubo un momento de empujones y gritos. La defensora de mujeres Malú García denunció los golpes que recibió y el dolor que tenía en su brazo, y aún así cerró el paso en avenida Reforma, con otras cinco mujeres. «No dejaremos que haya circulación hasta que se nos escuche», advertía Malú, y entonces se hizo el acuerdo de que se instalaría el plantón de huelga de hambre a un costado de la avenida, por lo que activistas y medios se replegaron en una esquina.
La huelga que han instalado demanda, entre otras cosas:
1) peritos internacionales para la identificación de los más de 80 cuerpos que se encuentran en el Servicio Médico Forense, reconocidos por el fiscal de Chihuahua;
2) la publicación en el Diario Oficial de la Nación de las recompensas aprobadas por la Procuraduría General de la República para dar con los responsables de feminicidios;
3) la entrega de resultados de análisis que la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada se comprometió a hacer sobre los casos de feminicidio y desapariciones;
4) la tipificación de la desaparición de personas como un delito, por trata, secuestro o demás modos de violencia contra las mujeres;
5) la creación de la base de datos por medio del ADN de las personas asesinadas o desaparecidas;
6) Creación de la base de datos de las personas desaparecidas; y
7) Seguridad para las personas que se han animado a denunciar. Acuerdo que se pacto el año pasado y que hasta la fecha sigue sin cumplirse.
«No somos expertas, no somos mamás que estamos perdiendo a nuestras hijas cada quince días»: Angélica
La señora Angélica Martínez Santos, de Ecatepec, Estado de México, una de las participantes en la acción iniciada ayer, 23 de septiembre, compartió su testimonio por la desaparición de su hija Andrea Michele de 15 años de edad, quien desapareció el 6 de agosto de este año [2014] a una calle de su casa.
Anduve preguntando por los lugares que yo sé que la mandé. Ella y yo nos separamos en la avenida de Las Torres, le dije vete a la casa, ahorita nos encontramos otra vez. Pero vi que tardó muchísimo tiempo y acudí otra vez a mi domicilio y me dijo mi otra hija “no, no ha venido para nada”. Me dediqué a indagar, indagar, indagar, y una vecinita me dijo, si yo la vi pasar, la vi caminando rápido, rápido y de ahí ya no sabemos más. Una calle antes… Del gobierno, la verdad ninguna. Porque fui apenas a ver las investigaciones y están bien atrasadas. Muy atrasadas.
Angélica narra que ha visto más carteles por su colonia y recuerda dos casos: uno de Tulteplac y otro de Héroes Tecama. Afirma que tiene conocimiento de que hay muchas desaparecidas y que en su búsqueda cada vez confirma que son muchísimas más.
En serio que una ve los casos, porque vi un caso de ahí cerca de la colonia, se llama Santa María Chiconantla, pasó ese caso que también se las llevaron a dos muchachitas de 15 y 16 años. Si más o menos, de 15 y 18 años. Ellas llevan año y medio y no saben nada, año y medio y yo decía “pobre señora”. Yo platicaba con mi hija –no pos sí debe ser feo–. Y ahora que estoy en la misma situación, estoy en sus zapatos, es algo que dice una “no lo puedo creer”. Ellos pararon el mexibus de Ecatepec y no ha habido nada.
El tema de asesinatos y desapariciones en México no es asunto nuevo. Tampoco así la indiferencia por parte del Estado frente a este delito. ¿Oídos sordos a corazones sin sentimientos, indolentes? Lo cierto es que más allá de la indignación y la empatía que cada mexicana y mexicano debería de sentir por estos crímenes, hay un Estado que no responde a las necesidades de sus gobernados. La plaga aumenta en esta tierra que cada día clama más justicia, el dolor se extiende y se silencian las voces que la demandan. Sin embargo, las madres están dispuestas a dar el todo por sus hijas, ¿cuándo se sumará el resto de la gente para exigir que cambien las cosas en el país?