Lucía Raphael
El Sol de México
3 de octubre de 2014
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Una caricatura que circula en las redes, representa a un niño con su padre en un cinturón de pobreza: -El niño pregunta: ¿Papá que son los derechos humanos?, el padre le contesta: -es cosa de ricos-. Esa es la respuesta que le da la presidencia a las madres de desaparecidos que hacen huelga hoy frente a la Secretaría de Gobernación. A pesar de que los funcionarios les dicen que "no vale la pena lo que están haciendo", ellas regresan a la calle donde las personas pasan, para ser vistas, para gritar su desesperación por los ojos cerrados de este Estado. No existe la justicia para las y los desaparecidos, no existe la justicia para sus familias; y por eso vienen a hacer una huelga de hambre, desesperadas de constatar que el sistema está hecho para que ellas no existan, para que sus hijos desaparezcan.
Nadie hace caso, hay quienes pasan "mentándoles la madre". Estamos tan acostumbrados a dar por hecho las cosas, a salir de casa con la tranquilidad que al regresar nada habrá cambiado, vivimos con este "principio de certidumbre" al ver partir a nuestras niñas, a nuestros jóvenes, a nuestras mujeres, a nuestros hombres. Si la consciencia de la fragilidad de la vida, nos habitara en todo momento, no podríamos vivir. A estas mujeres y hombres, este "principio de certidumbre" les fue arrebatado, una noche que cada madre de estas, vio salir a su hija/o y se quedó esperando su regreso. "Alguien", un grupo de personas la/o abordó y se la/o llevaron. "Alguien"; una sombra cobarde con el rostro cubierto, resguardado en el anonimato la/lo privó de la libertad. Las madres de desaparecidos después de tantos días, meses, años de esperar a que esa puerta se abra y aparezca el rostro salvo de ese ser querido, sin que nunca pase, hacen de la muerte una forma de esperanza; "si después de tanto tiempo esta muert@, al menos ya no estara sufriendo", si a esa madre le llegase un examen de ADN reconociendo, por ejemplo, en dos huesos la identidad de Bertha Berenice, esta podría regresar a su casa a hacer su duelo con los que le quedan. Pero no hay respuestas. ¿Qué es lo que le permite a ese "alguien" desprovisto de identidad y de humanidad disponer de esas vidas? Si "el hombre es el lobo del hombre", ¿No se supone que el Estado se erija para limitar los daños de esa manada brutal y cobarde? La ausencia de respuesta, la ignorancia sistematizada de la desaparición de 42,300 personas (informe de la CNDH), nos muestra la importancia que tienen los mexicanos para quienes nos gobiernan. Las madres de los desaparecidos en huelga de hambre, son apenas unas cuantas, algunas de las que hace un año pidieron al presidente cosas muy especificas y cumplibles: la creación de una base de datos de desaparecidos en el país, la aplicación de medidas cautelares a favor de las madres y familiares de víctimas de feminicidios y desapariciones en Chihuahua, la entrega de los restos de 50 cuerpos que se encuentran en el Servicio Médico Forense de Juárez, entre otras.
Caer en el espacio en donde la ley tiene que ser aplicada por el Estado, es caer en la indefensión radical para la mayoría de los mexicanos. Ellas decidieron regresar a dejarse morir de hambre en su desesperación; porque no son tema de interés de la agenda nacional; porque nos interesa más saber quien hizo el vestido de la primera dama, antes de preguntarnos cuál es la frontera entre lo que viven estas mujeres y nuestra cotidianidad desentendida. Estas personas tienen nombre y apellido: Bertha Alicia García, Silvia Banda Pedroza, Nancy Rosete, Erika Montes de Oca, Ana María Maldonado, Margarita López y, de la agrupación "Nuestras hijas de regreso a casa" Malú Gonzales así como Atanasio Rodríguez, quienes representan a las miles de familias que desde toda la republica, incluyendo el D.F., y están viviendo el horror de un Estado, que si bien no es cómplice directo de estas mafias que trafican con el terror y la muerte, lo es en tanto que no toma medidas reales.
Solo le piden unos minutos con ellas presidente Peña Nieto. Solo piden que cumpla los ocho puntos a los que ya se comprometió hace un año. La sistematización de un padrón de desaparecidos con el registro del ADN a nivel nacional no es tarea fácil, pero usted sabe que no es imposible. ¿Y de nuestra parte querid@ lector/a? Un gesto de solidaridad sería un gran paso. Ahí están, sin recursos y nada que perder más que la vida, frente a Gobernación, esperando ser escuchadas. Y ¿Por qué no nos acercamos a acompañarlas? Mientras que el presidente se decide a recibirlas... Ellas si están dando lo único que tienen; su propia vida... Y si en vez de mentarles la madre, pasamos a ver como están, a llevarles Ensure, suero, mantas y sobre todo "empatía"; que sepan que no somos esta raza de roedores que nos curamos en salud, cuando vemos que el lobo devora ya, a la pequeña de la casa de al lado.
Para apoyarla: https://www.facebook.com/groups/12632530923/
Nadie hace caso, hay quienes pasan "mentándoles la madre". Estamos tan acostumbrados a dar por hecho las cosas, a salir de casa con la tranquilidad que al regresar nada habrá cambiado, vivimos con este "principio de certidumbre" al ver partir a nuestras niñas, a nuestros jóvenes, a nuestras mujeres, a nuestros hombres. Si la consciencia de la fragilidad de la vida, nos habitara en todo momento, no podríamos vivir. A estas mujeres y hombres, este "principio de certidumbre" les fue arrebatado, una noche que cada madre de estas, vio salir a su hija/o y se quedó esperando su regreso. "Alguien", un grupo de personas la/o abordó y se la/o llevaron. "Alguien"; una sombra cobarde con el rostro cubierto, resguardado en el anonimato la/lo privó de la libertad. Las madres de desaparecidos después de tantos días, meses, años de esperar a que esa puerta se abra y aparezca el rostro salvo de ese ser querido, sin que nunca pase, hacen de la muerte una forma de esperanza; "si después de tanto tiempo esta muert@, al menos ya no estara sufriendo", si a esa madre le llegase un examen de ADN reconociendo, por ejemplo, en dos huesos la identidad de Bertha Berenice, esta podría regresar a su casa a hacer su duelo con los que le quedan. Pero no hay respuestas. ¿Qué es lo que le permite a ese "alguien" desprovisto de identidad y de humanidad disponer de esas vidas? Si "el hombre es el lobo del hombre", ¿No se supone que el Estado se erija para limitar los daños de esa manada brutal y cobarde? La ausencia de respuesta, la ignorancia sistematizada de la desaparición de 42,300 personas (informe de la CNDH), nos muestra la importancia que tienen los mexicanos para quienes nos gobiernan. Las madres de los desaparecidos en huelga de hambre, son apenas unas cuantas, algunas de las que hace un año pidieron al presidente cosas muy especificas y cumplibles: la creación de una base de datos de desaparecidos en el país, la aplicación de medidas cautelares a favor de las madres y familiares de víctimas de feminicidios y desapariciones en Chihuahua, la entrega de los restos de 50 cuerpos que se encuentran en el Servicio Médico Forense de Juárez, entre otras.
Caer en el espacio en donde la ley tiene que ser aplicada por el Estado, es caer en la indefensión radical para la mayoría de los mexicanos. Ellas decidieron regresar a dejarse morir de hambre en su desesperación; porque no son tema de interés de la agenda nacional; porque nos interesa más saber quien hizo el vestido de la primera dama, antes de preguntarnos cuál es la frontera entre lo que viven estas mujeres y nuestra cotidianidad desentendida. Estas personas tienen nombre y apellido: Bertha Alicia García, Silvia Banda Pedroza, Nancy Rosete, Erika Montes de Oca, Ana María Maldonado, Margarita López y, de la agrupación "Nuestras hijas de regreso a casa" Malú Gonzales así como Atanasio Rodríguez, quienes representan a las miles de familias que desde toda la republica, incluyendo el D.F., y están viviendo el horror de un Estado, que si bien no es cómplice directo de estas mafias que trafican con el terror y la muerte, lo es en tanto que no toma medidas reales.
Solo le piden unos minutos con ellas presidente Peña Nieto. Solo piden que cumpla los ocho puntos a los que ya se comprometió hace un año. La sistematización de un padrón de desaparecidos con el registro del ADN a nivel nacional no es tarea fácil, pero usted sabe que no es imposible. ¿Y de nuestra parte querid@ lector/a? Un gesto de solidaridad sería un gran paso. Ahí están, sin recursos y nada que perder más que la vida, frente a Gobernación, esperando ser escuchadas. Y ¿Por qué no nos acercamos a acompañarlas? Mientras que el presidente se decide a recibirlas... Ellas si están dando lo único que tienen; su propia vida... Y si en vez de mentarles la madre, pasamos a ver como están, a llevarles Ensure, suero, mantas y sobre todo "empatía"; que sepan que no somos esta raza de roedores que nos curamos en salud, cuando vemos que el lobo devora ya, a la pequeña de la casa de al lado.
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