viernes, 8 de abril de 2016

Video de Gerardo Ortiz: incitación al feminicidio y violencia machista

Transformar a las mujeres en objeto de placer. Considerarlas propiedad privada. Reivindicar la figura del narco que violenta y asesina a un hombre de un tiro, a una mujer: la quema viva tras abusar de ella. Y termina con una cínica sonrisa: la del macho que tiene todo permitido.



El escenario: una casa lujosa, que luego trascendió que pertenece al narco y ha sido misteriosamente custodiada por la policía de Zapopan ¿para hacerse una “lanita” extra como vigilante de las propiedades del crimen organizado?
Los personajes. Ella y él. El romance fluye. Y llega el verdadero protagonista, el que se arroga el derecho de arrebatar la vida.
Caracterizado con el atuendo de narco. Armado con un revólver. Los encuentra juntos y entonces, jala el gatillo y asesina al varón con un tiro en la cabeza.
Luego le toca a ella: amarrada, amenazada, vejada, por este hombre que la considera su propiedad privada, como un mueble más de la lujosa casa en la que transcurre la acción.
A empujones la saca de la casa y la obliga a meterse en la cajuela de un auto. Le prende fuego. Voltea a la cámara con una sonrisa chocante, brutal, hiriente. La vida de la mujer no vale nada.
En el medio, los policías de Zapopan actúan de…policías, registran la propiedad. Como un látigo, el título de la canción se repite en el estribillo “Fuiste mía”.
La justificación del feminicidio
Todo el video constituye una apología de la violencia contra las mujeres en general y del feminicidio en particular. Y con el protagonismo de un hombre rico y poderoso como el perpetrador del feminicidio.
El mensaje, visible hasta para el más ciego que no quiere ver, para los varones es que “se vale matar a una mujer si te es infiel”.
Para las mujeres: ejercer libremente su sexualidad con más de un hombre (ni hablar de una mujer) puede acarrear la muerte.
Esto en el marco de que hay un promedio de 7 mujeres asesinadas por día en México, y en la zona metropolitana de Guadalajara –que incluye el municipio de Zapopan– el feminicidio está al alza.
En ese municipio un feminicida se cobró la vida de Katia, una joven de apenas 22 años. Entre muchas otras. Los feminicidas imitan en sus modalidades al crimen organizado: asesinan a las mujeres, las ponen en bolsas y las abandonan en lugares marginales, despoblados.
El feminicidio, como forma de coerción contra las mujeres, pretende imponer sumisión, obediencia. Para que no se salgan de los roles funcionales para el capitalismo: esposa y madre. Para que garanticen gratis el día a día de las masas trabajadoras –el lecho, el pan y los cuidados básicos para subsistir. Y la reproducción –quieran o no, para eso están las leyes antiabortistas que impulsan los partidos de los empresarios–. Eso además de las jornadas laborales.
La doble moral imperante
El caso extremo del video de Gerardo Ortiz se da en un contexto social en el cual el patriarcado adquiere particulares expresiones para mantener a las mujeres en una posición subordinada.
Está absolutamente naturalizado que un varón pueda tener relaciones erótico-afectivas con varias mujeres simultáneamente. Incluso existe la tradición, en particular en generaciones anteriores, que formen más de una familia al mismo tiempo. A mayor cantidad de relaciones simultáneas, un varón más demuestra su hombría ante el mundo, su virilidad.
Una mujer que se atreve a manifestar su sexualidad, su deseo, a asumir que un solo varón no satisface sus necesidades erótico-afectivas es susceptible de ser asesinada. Eso es lo que dice el video de Gerardo Ortiz.
Hay estadios intermedios: pueden ser golpes, abusos de todo tipo, amedrentamiento, amenazas, segregación social. Pero puede terminar en feminicidio y es esto lo que incita el aberrante video de este seudoartista.
Bajo ningún punto de vista es justificable el asesinato de una mujer por quebrar los mandatos sociales, en este caso en particular, por no cumplir con ser “fiel” a su pareja.
La propiedad privada: razón de la imposición de la monogamia
Todo lo que intenta hacer creer la ideología dominante desde la más tierna infancia con los cuentos clásicos y modelos sociales impuestos desde los medios de comunicación, con las telenovelas, películas, etc., el “amor” romántico, la dedicación exclusiva a una sola persona para toda la vida… es un invento.
Su verdadero nombre es “monogamia”, tiene un origen histórico y está vinculado al vil metal: intereses económicos. Y al ritmo de esos intereses danzan los conceptos de fidelidad/infidelidad, íntimamente ligados con la monogamia.
Según Engels en El origen de la familia, la sociedad y el Estado, la monogamia se estableció desde tiempos de griegos y romanos. Y siempre fue monogamia para la mujer, nunca para el varón. En palabras de Engels “Fue la primera forma de familia que no se basaba en condiciones naturales, sino económicas, y concretamente en el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva, originada espontáneamente. Preponderancia del hombre en la familia y procreación de hijos que sólo pudieran ser de él y destinados a heredarle: tales fueron, abiertamente proclamados por los griegos, los únicos objetivos de la monogamia.”
El castigo a las mujeres que rompen con la monogamia es totalmente funcional a este sistema de explotación y opresión. Busca acallar todo cuestionamiento a este sistema, tanto en el plano personal como, indirectamente, en el político.
No se trata de un problema sólo de las mujeres. Es de primer orden que la clase trabajadora tome en sus manos la lucha contra toda expresión de violencia hacia las mujeres. Para poder enfrentar los ataques del gobierno de turno y de las trasnacionales, el pueblo trabajador necesita tener de su lado a todo el universo de mujeres de los sectores populares, trabajadoras, amas de casa, estudiantes, intelectuales, profesionistas, de los pueblos originarios, migrantes.
Luchando por liberarlas de las cadenas que nos oprimen podrá avanzar hacia su propia emancipación.
El revolucionario ruso León Trotsky, quien tuvo su último exilio en México, escribió: “Para cambiar nuestras condiciones de vida, debemos aprender a mirar a través de los ojos de las mujeres”.