Gabriela Rodríguez
M
ientras en el Claustro de Sor Juana el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes rendía su último informe sobre los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, sin la presencia de integrantes que prácticamente les expulsaron del país por buscar la verdad, miles de mujeres salieron a las calles para pedir un alto al feminicidio y a la violencia de género.
Hubo marchas multitudinarias en la Ciudad de México, Ciudad Juárez, Chihuahua, Ecatepec y Toluca, en las capitales de Oaxaca, Jalisco y Veracruz, de Nuevo León y Chiapas, en más de 25 ciudades. Al cierre de la Vulvatucada en el Ángel de la Independencia, el pronunciamiento reiteraba
no somos esclavas domésticas ni propiedad privada de familiares o parejas para que nos manden, golpeen, violen o maten. Fue conmovedor el sentido solidario entre tantas jóvenes, muchas de las cuales caminaban con sus compañeros, y tantas otras de mi rodada. Especial, el momento de encontrarme con mis compañeras candidatas de Morena al Congreso Constituyente y de la Secretaría de la Mujer de Morena en el estado de México.
El feminicidio es un neologismo que empieza a definirse en los códigos penales como delito. En 2012 el Código Penal Federal tipificó que
Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género, cuando: I. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo; II. A la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia; III. Existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima; IV. Haya existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza; V. Existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima; VI. La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida; VII. El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.
Tales horrores se atribuyen al machismo y la misoginia, esa actitud de prepotencia hacia las mujeres, esas prácticas ofensivas hacia ellas y hacia
lo femenino, incluyendo a gays, trans y hombres que muestren algún rasgo percibido como
femenino. Hay también mujeres misóginas. El machismo es un rasgo de la cultura contra el cual todas y todos deberíamos luchar.
Una sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 2012 fue histórica al señalar que:
las investigaciones policiales y ministeriales por presuntos feminicidios deben analizar la conexión que existe entre la violencia contra la mujer y la violación de otros derechos humanos, así como plantear posibles hipótesis del caso, basadas en los hallazgos preliminares que identifiquen la discriminación o las razones de género como los posibles móviles que explican dichas muertes. Se deben investigar, de oficio, las posibles connotaciones discriminatorias por razón de género en un acto de violencia perpetrado contra una mujer.
Cada día se asesina a siete mujeres en México, la tendencia de las defunciones femeninas con presunción de homicidio (DFPH) del periodo 1985-2014, muestra que en 30 años se registró un total de 47 mil 178 DFPH. De 1985 a 2007 la tendencia fue descendente, una tasa de 1.9 DFPH por cada 100 mil mujeres, con mil 87 defunciones en 2007. Después de que Felipe Calderón armó al país para arrancar una guerra brutal, vino un repunte de 139 por ciento, se llegó a niveles nunca antes registrados: un enorme chipote dibuja la gráfica. Las muertes causadas por arma de fuego en el hogar se duplicaron, mientras que las ocurridas en la vía pública se incrementaron cuatro veces. Entre 2010 y 2011 los asesinatos en la vía pública se redujeron, pero se incrementaron, más crueles, en hogares. En 2014 las más altas tasas se presentaron en Guerrero y Chihuahua, con nueve fallecimientos por cada 100 mil mujeres, le siguen Tamaulipas (7.20), Oaxaca (6.4) y Sinaloa (5.9). Donde el aumento es muy acelerado es en Tamaulipas, con 363 por ciento; siguen Chiapas, Coahuila, Chihuahua e Hidalgo, este último con un incremento de 202 por ciento. Hay concentración en algunos municipios, el primer lugar en casos es Ecatepec (2.6 del total), el segundo es Ciudad Juárez y el tercero, Acapulco. La gran mayoría de los casos están impunes. Para el caso de las violaciones, solamente una de cada cinco denuncias llega a una sentencia condenatoria, y aunque aumentan los casos hoy están en proceso la mitad de los acusados que había hace ocho años (La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2014, Segob/Inmujeres/ONUMujeres, abril 2016).
Vamos para atrás. Urge terminar esta guerra tan brutal y cambiar los sistemas de procuración e impartición de justicia. Esperamos que con una propia Constitución, logremos hacer exigible en la Ciudad de México el derecho al
Acceso de las mujeres a una vida libre de violenciay pueda ser ésta, más que una buena frase, con la cual se titula nuestra ley federal.
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