I. PRIMER CICLO: 1993-1998.
En el inicio de la barbarie aparecen los primeros signos de que “algo” estaba sucediendo en Ciudad Juárez. Se hace pública la desaparición de varias mujeres, muchas de ellas menores de edad y luego con horror se comienzan a descubrir los primeros cuerpos mutilados, violados y finalmente arrojados en basureros, o en predios abandonados.
—Las autoridades no atinan a comprender las dimensiones del fenómeno social que comenzaba a gestarse en la ciudad y como respuesta, lejos de investigar y tratar de encontrar y castigar a los culpables, se criminaliza a las víctimas culpándolas de su desgracia. Frases como: “por algo sería”, “para qué se visten así”, “¿qué andaban haciendo solas tan noche?”, “a las mujeres decentes no las pasa eso”, "tenían doble vida", eran comunes en el lenguaje oficial.
—Ante el embate de las autoridades, aparecen las primeras organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, cuyo distintivo especial era justamente eso: eran encabezadas por madres de familia, desesperadas por encontrar a sus hijas, pues no se tienen antecedentes del fenómeno social que recién aparecía en Juárez. Simplemente era la unión de varias madres de familia que centraban sus luchas iniciales en la búsqueda de sus hijas, dejando en un segundo término la exigencia de la justicia, porque prevalecía el deseo y anhelo de encontrarlas vivas.
— En cuanto a organizaciones sociales, aparecen las primeras encabezadas por Judith Galarza, y Paula Flores y su hija Guillermina González, con Voces sin Eco.
—Las autoridades no atinan a comprender las dimensiones del fenómeno social que comenzaba a gestarse en la ciudad y como respuesta, lejos de investigar y tratar de encontrar y castigar a los culpables, se criminaliza a las víctimas culpándolas de su desgracia. Frases como: “por algo sería”, “para qué se visten así”, “¿qué andaban haciendo solas tan noche?”, “a las mujeres decentes no las pasa eso”, "tenían doble vida", eran comunes en el lenguaje oficial.
—Ante el embate de las autoridades, aparecen las primeras organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres, cuyo distintivo especial era justamente eso: eran encabezadas por madres de familia, desesperadas por encontrar a sus hijas, pues no se tienen antecedentes del fenómeno social que recién aparecía en Juárez. Simplemente era la unión de varias madres de familia que centraban sus luchas iniciales en la búsqueda de sus hijas, dejando en un segundo término la exigencia de la justicia, porque prevalecía el deseo y anhelo de encontrarlas vivas.
— En cuanto a organizaciones sociales, aparecen las primeras encabezadas por Judith Galarza, y Paula Flores y su hija Guillermina González, con Voces sin Eco.
II. SEGUNDO CICLO: 1998-2004.
Inicia una turbulenta época en torno a este problema, de claro enfrentamiento entre autoridades y grupos de madres de mujeres víctimas de la violencia. Ante la aparición de más y más cuerpos y la continua desaparición de más jóvenes, en su mayoría pobres y algunas empleadas de maquiladora y en rangos de edad muy similares; las mujeres organizadas cobran mayor fuerza y visibilidad en el ámbito local, estatal, nacional y de manera sorprendente a nivel internacional, para convertirse en el principal problema para el Estado mexicano en sus diferentes ámbitos de competencia: municipal, estatal y federal. Fue cuando Nuestras Hijas de Regreso a Casa, inicialmente fundada en 2001 por Marisela Ortiz y Rosario Acosta, y a la que después se incorpora Norma Esther Andrade y poco después su hija Marilu Andrade, empieza a tomar fuerza internacional y son amenazadas constantemente por las autoridades de manera directa y anónima.
Características:
El fenómeno podríamos sintetizarlo así:
i. Aumenta el número de mujeres desaparecidas y asesinadas en Juárez, bajo un mismo patrón,
ii. Para tratar de describir este fenómeno se acuña y maneja el término de “feminicidio”, que oficialmente se le reconoce a la académica Marcela Lagarde.
iii. Las diferentes madres de familia afectadas por este fenómeno se agrupan en organizaciones conocidas como No Gubernamentales (ONG’s), algunas de las cuales reciben asesoría de otras organizaciones para profesionalizar su funcionamiento.
iv. Entre las organizaciones más reconocidas aparece Nuestras Hijas de Regreso a Casa que rápidamente se convierte en un referente internacional de gran prestigio.
v. Los gobiernos estatal y nacional no saben cómo enfrentar el problema y en lugar de atacar a los responsables de los asesinatos de mujeres, la emprenden contra las organizaciones de la sociedad civil, a quienes dirigen constantes campañas de desprestigio.
vi. A estas campañas se suman empresarios, quienes establecen un discurso dominante en el que condenan la lucha de las organizaciones civiles bajo el criterio de que su lucha “afecta la imagen de Juárez”, porque “la desprestigian e impactan las inversiones hacia la ciudad”, pero nunca condenan a los responsables de los asesinatos, olvidando que si había un desprestigio hacia la ciudad y una presunta afectación de las inversiones, no era por causa de las mujeres asesinadas, sino por los responsables de estos actos y la ausencia de justicia. Y una impunidad cada vez más creciente.
vii. Este periodo se caracteriza por el aumento de cifras del feminicidio, la proliferación de agrupaciones en búsqueda de sus hijas y de justicia; el brutal enfrentamiento del gobierno estatal y federal en contra de las ONG’s, cuyas dirigentes fueron perseguidas, amenazadas, estigmatizadas.
vii. La implantación de discursos dominantes y lo que se conoce como una espiral del silencio, “A mí no me va a pasar nada” y “sólo asesinan a las mujeres malas”, para tratar de justificar lo que sucedía y por supuesto, estigmatizar como malos mexicanos y juarenses a quienes en su desesperación por encontrar a sus hijas, denunciaban estos atroces hechos en todos los foros posibles, tanto nacionales como extranjeros.
vii. Ante la presión internacional, el gobierno estatal fundamentalmente se ve presionado para dar resultados y encontrar culpables del fenómeno y aparecen también los primeros excesos: fabricación de culpables y proliferación de “chivos expiatorios”, así como la minimización total del fenómeno. Las víctimas con nombre y una historia, desde el discurso oficial, simplemente pasan a ser un número y se desata una guerra de cifras para tratar de incubar la idea de que “no eran tantas las muertas”.
viii. La proliferación de estudios académicos en la búsqueda de entender el fenómeno, la aparición de toda una industria cultural en torno a este fenómeno: periódicos, revistas, discos, libros, series, películas y un creciente “turismo negro” para conocer la ciudad “donde matan a las mujeres”.
Características:
El fenómeno podríamos sintetizarlo así:
i. Aumenta el número de mujeres desaparecidas y asesinadas en Juárez, bajo un mismo patrón,
ii. Para tratar de describir este fenómeno se acuña y maneja el término de “feminicidio”, que oficialmente se le reconoce a la académica Marcela Lagarde.
iii. Las diferentes madres de familia afectadas por este fenómeno se agrupan en organizaciones conocidas como No Gubernamentales (ONG’s), algunas de las cuales reciben asesoría de otras organizaciones para profesionalizar su funcionamiento.
iv. Entre las organizaciones más reconocidas aparece Nuestras Hijas de Regreso a Casa que rápidamente se convierte en un referente internacional de gran prestigio.
v. Los gobiernos estatal y nacional no saben cómo enfrentar el problema y en lugar de atacar a los responsables de los asesinatos de mujeres, la emprenden contra las organizaciones de la sociedad civil, a quienes dirigen constantes campañas de desprestigio.
vi. A estas campañas se suman empresarios, quienes establecen un discurso dominante en el que condenan la lucha de las organizaciones civiles bajo el criterio de que su lucha “afecta la imagen de Juárez”, porque “la desprestigian e impactan las inversiones hacia la ciudad”, pero nunca condenan a los responsables de los asesinatos, olvidando que si había un desprestigio hacia la ciudad y una presunta afectación de las inversiones, no era por causa de las mujeres asesinadas, sino por los responsables de estos actos y la ausencia de justicia. Y una impunidad cada vez más creciente.
vii. Este periodo se caracteriza por el aumento de cifras del feminicidio, la proliferación de agrupaciones en búsqueda de sus hijas y de justicia; el brutal enfrentamiento del gobierno estatal y federal en contra de las ONG’s, cuyas dirigentes fueron perseguidas, amenazadas, estigmatizadas.
vii. La implantación de discursos dominantes y lo que se conoce como una espiral del silencio, “A mí no me va a pasar nada” y “sólo asesinan a las mujeres malas”, para tratar de justificar lo que sucedía y por supuesto, estigmatizar como malos mexicanos y juarenses a quienes en su desesperación por encontrar a sus hijas, denunciaban estos atroces hechos en todos los foros posibles, tanto nacionales como extranjeros.
vii. Ante la presión internacional, el gobierno estatal fundamentalmente se ve presionado para dar resultados y encontrar culpables del fenómeno y aparecen también los primeros excesos: fabricación de culpables y proliferación de “chivos expiatorios”, así como la minimización total del fenómeno. Las víctimas con nombre y una historia, desde el discurso oficial, simplemente pasan a ser un número y se desata una guerra de cifras para tratar de incubar la idea de que “no eran tantas las muertas”.
viii. La proliferación de estudios académicos en la búsqueda de entender el fenómeno, la aparición de toda una industria cultural en torno a este fenómeno: periódicos, revistas, discos, libros, series, películas y un creciente “turismo negro” para conocer la ciudad “donde matan a las mujeres”.
III. TERCER CICLO: 2004 a 2010.
En este periodo se dan los primeros pasos para profesionalizar a las corporaciones encargadas de la búsqueda o investigación de las mujeres. Ante las presiones de las organizaciones de la sociedad civil a nivel nacional e internacional, aparecen organismos dentro de las estructuras gubernamentales, encargadas de atender este creciente fenómeno en la forma de Fiscalías, Procuradurías Especiales, Institutos, etc.
El fenómeno se globaliza, se convierte en tema mundial y el Estado mexicano se ve sujeto a una estricta rendición de cuentas en torno al fenómeno. Es exhibido en juicios internacionales; el tema llega a todos los confines del mundo y a los principales foros mundiales como el Parlamento Europeo, la ONU, la OEA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos que en un histórico juicio, condena al Estado mexicano al reconocimiento ex profeso del fenómeno, y a la reparación del daño a las víctimas de la violencia feminicida en Juárez, en un caso que fue conocido como “Campo Algodonero”, con el que se pretendió cerrar esta herida. Si bien lo del “Campo Algodonero” fue un triunfo en términos de la condena a un Estado omiso como el mexicano, la verdad es que era y fue una reparación parcial al sólo reconocer la Corte una pequeñísima parte del fenómeno y no en todo en su conjunto, tratando, por parte del gobierno mexicano de cerrar el caso con un “perdón y olvido”, que evidentemente las organizaciones de la sociedad civil rechazaron, al continuar con su lucha, porque además, las mujeres siguen desapareciendo y siendo asesinadas.
El fenómeno se globaliza, se convierte en tema mundial y el Estado mexicano se ve sujeto a una estricta rendición de cuentas en torno al fenómeno. Es exhibido en juicios internacionales; el tema llega a todos los confines del mundo y a los principales foros mundiales como el Parlamento Europeo, la ONU, la OEA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos que en un histórico juicio, condena al Estado mexicano al reconocimiento ex profeso del fenómeno, y a la reparación del daño a las víctimas de la violencia feminicida en Juárez, en un caso que fue conocido como “Campo Algodonero”, con el que se pretendió cerrar esta herida. Si bien lo del “Campo Algodonero” fue un triunfo en términos de la condena a un Estado omiso como el mexicano, la verdad es que era y fue una reparación parcial al sólo reconocer la Corte una pequeñísima parte del fenómeno y no en todo en su conjunto, tratando, por parte del gobierno mexicano de cerrar el caso con un “perdón y olvido”, que evidentemente las organizaciones de la sociedad civil rechazaron, al continuar con su lucha, porque además, las mujeres siguen desapareciendo y siendo asesinadas.
IV. CUARTO CICLO: 2010-2016.
Este periodo se caracteriza por la disminución, desaparición o recambio de los objetivos que algunas de las organizaciones sociales pioneras en la lucha por la justicia y reparación del daño; también surgieron otras con mayor organización, profesionalización y recursos. Son, pues, las herederas de aquéllas que iniciaron la lucha. Muchas de ellas que se incorporan en este tramo de la lucha, ya no enfrentan las estigmatizaciones que sufrieron las primeras organizaciones.
Comienza otra etapa, de mayor acercamiento y profesionalización.
El fenómeno del feminicidio es opacado y en ocasiones invisibilizado por la llamada “Guerra contra el Narcotráfico” que decreta el presidente Felipe Calderón,
La ciudad entra en una espiral de violencia que le lleva a tener hasta 3,500 asesinatos por año, la mayoría de ellos de manera salvaje que hace que el feminicidio entre a un segundo plano.
Se suman más hombres a la lucha.
Otra característica de este periodo es que en la academia, los estudios de género proliferan. Por ejemplo, en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, de ser una terminal de estudio en la Maestría en Ciencias Sociales para el Diseño de Políticas Públicas, se crea una maestría ex profeso: la Maestría Interdisciplinaria en Estudios de Género. Se establece un Comité de Género en la universidad y se incorpora también una materia transversal para todas las carreras: Competencias para el Ejercicio de la Ciudadanía y Democracia, que lleva una unidad exclusiva sobre el tema de género, donde el caso de Ciudad Juárez se estudia a fondo a partir de la sentencia del Campo Algodonero.
La característica principal de este periodo es que el tema del feminicidio y la “Guerra contra el Narcotráfico” se cruzan, y da como resultado que algunas de las principales dirigentes de las primeras organizaciones ciudadanas de esta lucha, sufran constantes amenazas de muerte para ellas y sus familias, como es el caso de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, lo que obliga a la aparición de un nuevo fenómeno social: el exilio en la lucha por salvar la vida, algunas de ellas emigran a los Estados Unidos.También en esta etapa asesinan a Marisela Escobedo, (madre de una joven asesinada y reconocida activista), y a otras defensoras de derechos humanos.
El exilio no sólo se da en las y los dirigentes de organizaciones sociales de mujeres, sino en aquellos que hacen de la defensa de los derechos humanos una forma de vida, ante los excesos de las fuerzas federales apostadas en Juárez en los tiempos de la llamada “Guerra de Calderón” como popularmente se le conoce.
Así, no sólo dirigentes de las ahora llamadas Organizaciones de la Sociedad Civil (antes ONG’s) se van al exilio: como Cipriana Jurado Herrera y Marisela Ortiz, si no además defensores de derechos humanos (la familia Reyes, por ejemplo), y también periodistas (como Rosa Isela Pérez –la reportera juarense que más estudió este fenómeno y terminó sola y exiliada-; el periodista Jorge Luis Aguirre por la “guerra de Calderón”; Ricardo Chávez y otros). Los países que más chihuahuenses han recibido como exiliados por amenazas y riesgo: Estados Unidos, Canadá y España,
Otra característica de esta época es que hasta el momento, este fenómeno, del exilio de chihuahuenses, no ha sido estudiado.
Comienza otra etapa, de mayor acercamiento y profesionalización.
El fenómeno del feminicidio es opacado y en ocasiones invisibilizado por la llamada “Guerra contra el Narcotráfico” que decreta el presidente Felipe Calderón,
La ciudad entra en una espiral de violencia que le lleva a tener hasta 3,500 asesinatos por año, la mayoría de ellos de manera salvaje que hace que el feminicidio entre a un segundo plano.
Se suman más hombres a la lucha.
Otra característica de este periodo es que en la academia, los estudios de género proliferan. Por ejemplo, en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, de ser una terminal de estudio en la Maestría en Ciencias Sociales para el Diseño de Políticas Públicas, se crea una maestría ex profeso: la Maestría Interdisciplinaria en Estudios de Género. Se establece un Comité de Género en la universidad y se incorpora también una materia transversal para todas las carreras: Competencias para el Ejercicio de la Ciudadanía y Democracia, que lleva una unidad exclusiva sobre el tema de género, donde el caso de Ciudad Juárez se estudia a fondo a partir de la sentencia del Campo Algodonero.
La característica principal de este periodo es que el tema del feminicidio y la “Guerra contra el Narcotráfico” se cruzan, y da como resultado que algunas de las principales dirigentes de las primeras organizaciones ciudadanas de esta lucha, sufran constantes amenazas de muerte para ellas y sus familias, como es el caso de Nuestras Hijas de Regreso a Casa, lo que obliga a la aparición de un nuevo fenómeno social: el exilio en la lucha por salvar la vida, algunas de ellas emigran a los Estados Unidos.También en esta etapa asesinan a Marisela Escobedo, (madre de una joven asesinada y reconocida activista), y a otras defensoras de derechos humanos.
El exilio no sólo se da en las y los dirigentes de organizaciones sociales de mujeres, sino en aquellos que hacen de la defensa de los derechos humanos una forma de vida, ante los excesos de las fuerzas federales apostadas en Juárez en los tiempos de la llamada “Guerra de Calderón” como popularmente se le conoce.
Así, no sólo dirigentes de las ahora llamadas Organizaciones de la Sociedad Civil (antes ONG’s) se van al exilio: como Cipriana Jurado Herrera y Marisela Ortiz, si no además defensores de derechos humanos (la familia Reyes, por ejemplo), y también periodistas (como Rosa Isela Pérez –la reportera juarense que más estudió este fenómeno y terminó sola y exiliada-; el periodista Jorge Luis Aguirre por la “guerra de Calderón”; Ricardo Chávez y otros). Los países que más chihuahuenses han recibido como exiliados por amenazas y riesgo: Estados Unidos, Canadá y España,
Otra característica de esta época es que hasta el momento, este fenómeno, del exilio de chihuahuenses, no ha sido estudiado.