Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de enero de 2020, p. 9
Miércoles 29 de enero de 2020, p. 9
Ser mujer en Ciudad Juárez es casi una
sentencia de muerte, pues aunque el escenario de feminicidios nunca cambió en esa urbe fronteriza, la visibilidad y el entendimiento público al respecto sí se redujo, lo que ha reafirmado en muchas de ellas una convicción definitiva:
sólo nos tenemos a nosotras y sólo en nosotras podemos confiar para exigir justicia si un día somos asesinadas.
Así lo afirma una integrante de la colectiva Hijas de su Maquilera Madre, a la cual pertenecía la artista y luchadora social feminista Isabel Cabanillas, asesinada el pasado 20 de enero. A apenas unos días de la agresión, intenta describir qué es Juárez, cómo es caminarla y cuáles son las alternativas de resistencia en la que describe como
una de las ciudades más violentas del mundo para ser mujer.
En entrevista con La Jornada –en la que pide ser mencionada únicamente como comisionada de medios del grupo, por motivos de seguridad–, destaca que el feminicidio de Isabel es un mensaje en contra de todas las mujeres que alzan la voz y se organizan para afrontar las diversas caras de una violencia que nunca ha aminorado.
Cabanillas, una mujer transgresora
Isabel era una mujer transgresora, porque al salirse del modo de vida y producción capitalista, vivía de su arte y ocupaba las calles al transportarse casi siempre en bici. Lo que le pasó a ella lo entendemos como un mensaje y un golpe al movimiento ecofeminista, y lo que nos corresponde no es nada más protestar, sino ir más allá y organizarnos, porque el Estado no nos garantiza seguridad, afirma.
Pese a que la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez nunca ha disminuido, dice la activista, muchos de los asesinatos contra ellas no son investigados ni tipificados como feminicidios y reciben una atención mediática marginal o sólo la tienen de una forma que promueve la estigmatización y la revictimización.
Una muestra es que, apenas en lo que va del año, han ocurrido al menos nueve asesinatos de mujeres sin que el tema genere mayor escándalo.
Al vivir en lo que define como un
campo de exterminio para las mujeres, muchas de ellas han optado por reunirse en colectivas en donde encuentran la empatía y la solidaridad que sigue faltando afuera.