Emir Olivares Alonso
Durante ocho años “las autoridades de Chihuahua y las federales me pisotearon y humillaron. No atendieron mis ruegos de justicia ni fueron sensibles con el dolor de una madre por la pérdida de su hija”, manifestó Irma Monreal, madre de Esmeralda, una de las tres mujeres cuyos cuerpos fueron encontrados en un campo algodonero de Ciudad Juárez.
En entrevista, confió en que tras la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que condenó al Estado mexicano por violación a los derechos humanos de tres mujeres asesinadas en esa ciudad, “los deudos por fin accedamos a la justicia, aunque la vida de nuestras hijas no hay quién la devuelva”.
Indicó: “Felipe Calderón jamás se ha interesado ni ha dado la cara por ese crimen”.
Cuando Esmeralda desapareció tenía 15 años. “Salió de la casa de una señora donde hacía la limpieza. Desapareció a las 16 horas del 28 de octubre de 2001. De inmediato acudí a la Procuraduría General de Justicia (del estado), pero me dijeron que no la podían dar por desaparecida sino hasta 72 horas después, que mejor la buscara con el novio y las amigas, porque seguramente era igual que todas. Les dije que no, que no tenía novio ni amigas. Sólo me respondieron que la conocía dentro de casa, pero que no fuera de ella.”
Fueron cuatro años de incertidumbre, hasta que le informaron que uno de los ocho cuerpos que se encontraron en noviembre 2001 en un campo algodonero era el de su hija. No conforme con la pérdida de la joven, policías judiciales del estado golpearon a su hijo Adrián, quien tuvo una discusión con autoridades de Chihuahua debido a que no se procuraba justicia.
“Son tantas cosas, tanto nos ha lastimado el gobierno. No se conformó con la pérdida de una niña muy querida, sino que todavía pisotearon nuestros derechos como madre y familiares. El gobierno no se ha tomado la molestia de saber e involucrarse en esto. Lo único que he pedido en estos ocho años es que el crimen de mi niña no quede impune.”
Aseguró que el trato que se da a los familiares de mujeres asesinadas en Chihuahua “es de lo peor. Si pides datos te dicen que compres el periódico, porque ahí está la información. Inclusive, cuando detuvieron a dos jóvenes como presuntos responsables –confesaron su presunta responsabilidad bajo tortura; uno murió en prisión y el otro fue absuelto– me dijeron que qué más quería si ya estaban los culpables”.
Tras ocho años buscando justicia, Monreal ve una esperanza en el fallo de la CIDH. “Son ocho años de dolor y una herida que no cierra.”
Zulema, hermana de Esmeralda, quien ahora tiene 18 años, aseveró que vivir en Ciudad Juárez “causa miedo, porque ahora la situación es peor, pues al día hay entre 15 y 20 muertos. Ahorita sólo de la escuela a la casa, y no más. Los jóvenes no podemos salir a divertirnos, y si lo hacemos es bajo riesgo propio”.
Confió en que las autoridades acatarán la resolución del tribunal internacional. “Han sido muchos años de espera, de ver cómo se fue mi hermana favorita y cómo luchaba mi mamá.”
Durante ocho años “las autoridades de Chihuahua y las federales me pisotearon y humillaron. No atendieron mis ruegos de justicia ni fueron sensibles con el dolor de una madre por la pérdida de su hija”, manifestó Irma Monreal, madre de Esmeralda, una de las tres mujeres cuyos cuerpos fueron encontrados en un campo algodonero de Ciudad Juárez.
En entrevista, confió en que tras la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que condenó al Estado mexicano por violación a los derechos humanos de tres mujeres asesinadas en esa ciudad, “los deudos por fin accedamos a la justicia, aunque la vida de nuestras hijas no hay quién la devuelva”.
Indicó: “Felipe Calderón jamás se ha interesado ni ha dado la cara por ese crimen”.
Cuando Esmeralda desapareció tenía 15 años. “Salió de la casa de una señora donde hacía la limpieza. Desapareció a las 16 horas del 28 de octubre de 2001. De inmediato acudí a la Procuraduría General de Justicia (del estado), pero me dijeron que no la podían dar por desaparecida sino hasta 72 horas después, que mejor la buscara con el novio y las amigas, porque seguramente era igual que todas. Les dije que no, que no tenía novio ni amigas. Sólo me respondieron que la conocía dentro de casa, pero que no fuera de ella.”
Fueron cuatro años de incertidumbre, hasta que le informaron que uno de los ocho cuerpos que se encontraron en noviembre 2001 en un campo algodonero era el de su hija. No conforme con la pérdida de la joven, policías judiciales del estado golpearon a su hijo Adrián, quien tuvo una discusión con autoridades de Chihuahua debido a que no se procuraba justicia.
“Son tantas cosas, tanto nos ha lastimado el gobierno. No se conformó con la pérdida de una niña muy querida, sino que todavía pisotearon nuestros derechos como madre y familiares. El gobierno no se ha tomado la molestia de saber e involucrarse en esto. Lo único que he pedido en estos ocho años es que el crimen de mi niña no quede impune.”
Aseguró que el trato que se da a los familiares de mujeres asesinadas en Chihuahua “es de lo peor. Si pides datos te dicen que compres el periódico, porque ahí está la información. Inclusive, cuando detuvieron a dos jóvenes como presuntos responsables –confesaron su presunta responsabilidad bajo tortura; uno murió en prisión y el otro fue absuelto– me dijeron que qué más quería si ya estaban los culpables”.
Tras ocho años buscando justicia, Monreal ve una esperanza en el fallo de la CIDH. “Son ocho años de dolor y una herida que no cierra.”
Zulema, hermana de Esmeralda, quien ahora tiene 18 años, aseveró que vivir en Ciudad Juárez “causa miedo, porque ahora la situación es peor, pues al día hay entre 15 y 20 muertos. Ahorita sólo de la escuela a la casa, y no más. Los jóvenes no podemos salir a divertirnos, y si lo hacemos es bajo riesgo propio”.
Confió en que las autoridades acatarán la resolución del tribunal internacional. “Han sido muchos años de espera, de ver cómo se fue mi hermana favorita y cómo luchaba mi mamá.”