"kama gutier"
escritora y académica
Josebe Martínez -o Kama Gutier, seudónimo literario- apela a "la presión global ciudadana" para poner fin al silencio en la situación extrema de Ciudad Juárez. La investigadora estuvo ayer en la Muestra de Cine y Derechos Humanos de IPES, Golem y Amnistía Internacional
Josebe Martínez presentó ayer en Pamplona su novela "Ciudad final" sobre Ciudad Juárez.
pamplona. La académica y escritora navarra Josebe Martínez publicó en 2008, bajo el seudónimo de Kama Gutier -nombre que utiliza como autora y que da también a la protagonista de la historia-, la novela negra Ciudad final (Montesinos), sobre los crímenes de cientos de mujeres jóvenes en Ciudad Juárez. Martínez pasó años en la zona fronteriza entre México y EEUU, donde realizó una investigación que está en la base de la historia de su novela, en la que maneja datos reales y que protagoniza una criminóloga chicana y lesbiana nacida en el puente que separa Juárez de El Paso que, al sumergirse en la investigación de los crímenes en Juárez, "se da cuenta de que la realidad contiene unos elementos con los que no contaba".
¿Por qué ha elegido un género de ficción, la novela negra, para hablar de un tema tan crudamente real como los asesinatos en Ciudad Juárez?
Elegí el género negro porque me permitía enfrentar el genocidio de Ciudad Juárez y sacarlo a la luz sin que resultase un sermón o un ensayo al uso aburrido. La trama policiaca me daba una serie de pautas y herramientas con las que hacer un thriller, un intenso diario de terror que reprodujera fielmente lo que estaba sucediendo. Era el arma, se dispuso ante mí y me pareció la forma más respetuosa, más activa y más entretenida de afrontar el genocidio. Es otra forma de belleza, de buscar la verdad y de arriesgarse con ello.
¿La literatura de ficción se ha olvidado hoy del compromiso social?
Es mera palabrería, aburre. El nivel al que se está produciendo novela negra no es tan sofisticado ni tan riguroso como debiera. Crear una trama no es tan difícil, y los personajes que se manejan hoy aportan poco a la vida; a mí me gusta que la literatura aporte cosas a la vida.
¿Con qué se encontró cuando llegó a investigar a Ciudad Juárez?
Cuando yo llegué era tan temprano que básicamente se desconocía el tema, porque la cosa empezó en el 94-95, yo llegué en el 97... Alquilé un coche e iba filmando por los desiertos, a las maquiladoras, entrevistando a gente, a familiares de víctimas, a periodistas, a gente de Juárez con su trabajo y su coche todoterreno... y las visiones variaban bastante de uno a otro. Pero no había el ambiente que te podías encontrar a partir de 2005, cuando el asunto alcanzó dimensiones multinacionales. Todavía la gente no se explicaba lo que pasaba y además los de Juárez de toda la vida castigaban a las muertas, se decía que eran gentes venidas de cualquier parte de la República, unas chamacas pobres que iban por las noches a la discoteca a bailar, las relacionaban con la prostitución...
Casi dando a entender que ellas mismas se buscaban ese trágico final...
Exactamente, se las castigaba y se les sacaba del ámbito de lo que podía ser una ciudad que se suponía funcionaba a las mil maravillas en el aspecto de progreso industrial.
¿Tuvo alguna dificultad para acceder a los testimonios?
No mucha, primero porque como digo la cosa era muy reciente, la gente no quería hablar pero tampoco te sentías perseguida. Después ya el ambiente cambió, pero en estos primeros momentos de los que surge la novela la ley no era tan fuerte ni la denuncia había sido tan desmesurada que se creyesen ya perseguidos.
En su novela desmiente o desmonta la tesis oficial de los asesinatos en Ciudad Juárez, que básicamente reduce el feminicidio a la violencia doméstica y lo vincula a la prostitución. Usted aporta otros factores.
Sí, la criminóloga protagonista de la novela va allá precisamente invitada por las autoridades para que se vea que no pasa nada, y poco a poco se va enterando de todo el submundo que se teje bajo esta trama que se cree una causa doméstica sin mayor relevancia. ¿Cómo va a ser violencia doméstica cuando la víctima ni siquiera conoce al asesino? No es una forma de asesinato en serie, como se ha querido hacer creer, ni se explica sólo por cuestiones de narcotráfico, sino que tiene que ver con la raigambre sociopolítica y el tejido cultural de la frontera, con el fuerte condicionamiento social que supone ser el límite entre el Tercer y el Primer Mundo; y el Primer Mundo se extiende hasta donde Estados Unidos quiere... El feminicidio no se puede deslindar del lugar en que se comete: del sustrato económico, social, cultural; ni del tráfico, es decir el intercambio legal e ilegal de materias humanas, químicas, narcóticas y sociales que se da en este paso de Juárez a la ciudad de El Paso (Texas).
La industria, el dinero, el poder, la corrupción... todo uno.
Sí, en teoría el trabajo debe generar una sociedad civil, pero el teatro creado por el trabajo en Ciudad Juárez no genera sociedad civil, sino que la desintegra. Los feminicidios allí no serían posibles si no se hubiesen instalado las grandes multinacionales transfronterizas que quieren chicas jóvenes con cuerpos resistentes para aguantar las largas jornadas laborales y con manos chicas para que puedan manejar las piezas menudas de informática y telecomunicaciones. En Juárez hay unas 500 fábricas maquiladoras en las que trabajan miles y miles de muchachas jóvenes sin ninguna infraestructura social, económica o humana que las ampare. La novela evidencia cómo una sociedad política y civil y legal se nutre de toda la producción ilegal de lo que no está a la vista, de tal manera que puede ser cómplice.
Y esto no es exclusivo de Juárez...
No, ocurre en otras partes. Hay maquilas en Tijuana, en Guatemala, pero de Juárez se sabe porque está al norte y es rico, por eso se le da voz. Pero el feminicidio ocurre también en otros países del mundo.
El machismo también es un factor.
Muy grande, en una cultura donde la vida vale poco, pues la vida de una mujer ya no vale nada.
¿En qué situación se encuentra hoy el feminicidio en Ciudad Juárez?
El concepto que se ha instaurado es que los crímenes dan mal nombre a la ciudad, por eso el protocolo a seguir, y hay una orden expresa, no es que los crímenes no se investiguen, sino que las muertas no aparezcan. Las desapariciones continúan, pero pueden ser por muy diversos motivos según qué institución te dé las cifras. Hay luchas por la justicia como la de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa, de madres y familiares de desparecidas y asesinadas, a la que se le ha recortado el presupuesto pero ahí continúa... Y el Gobierno mexicano fue juzgado en Chile por negligencia ante los 8 crímenes que se cometieron en Ciudad Juárez cuando yo estaba allí, en noviembre de 2001.
Después de todo lo visto y lo vivido, ¿cree en la justicia?
Pues creo que sí, y la justicia se debe hacer entre todos, por eso doy conferencias y presento la novela. La cosa es que se sepa y se tomen cartas en el asunto y termine el silencio. Cada vez más, Amnistía Internacional, la Corte Internacional de Derechos Humanos en Latinoamérica, etc, a todas las instancias están presionando. La ciudadanía es la que debe terminar con ello. Y la ciudadanía somos todos en este mundo global.
Además de sobre Juárez ha escrito mucho sobre memoria histórica.
Sí, un tema ahora tan en boga y en el que queda mucho por hacer. Es otra forma de desaparición, y desciendas de una familia de izquierdas o de derechas, creo que se debe buscar a los muertos y darles su puesto digno. Aquí en Navarra, con todo lo que sabemos que pasó con la guerra, debe pervivir la memoria histórica.