Hérika Martínez Prado
Norte
Con un tradicional altar de muertos, integrantes de la agrupación Nuestras Hijas de Regreso a Casa recordaron ayer a sus madres e hijas asesinadas en la ciudad.
Ropa, flores, bebidas, dulces y comida fueron colocados junto a sus fotografías en el altar que realizaron los 29 integrantes del proyecto La Esperanza.
"Cada año montamos el altar de muertos para recordar a las mujeres que fueron asesinadas en Ciudad Juárez, participan sus familias, amigos y compañeros de escuela", comentó José Eduardo Rosales, coordinador del proyecto.
José Ángel Morales Pérez de 20 años de edad acudió este año junto a su esposa y su hija de dos años de edad, a poner el altar a su madre asesinada.
"Mi mamá era Érika Pérez Escobedo, de 23 años de edad. A ella la encontraron muerta en septiembre del 2002", comentó.
Junto a los hijos de otras mujeres víctimas de la violencia en la ciudad, José Ángel colocó cigarros y comida para su mamá.
"Cada año hacemos el altar de muertos, ponemos sus fotos, tratamos de elaborar todo lo que les gustaba. Mi mamá era muy alegre, le gustaba mucho la música de Marco Antonio Solís, la música de banda, y siempre fumaba su cigarrito y tomaba su Coca-Cola", recordó.
Con apenas 11 años de edad, José y su hermana de entonces cinco años quedaron huérfanos en el 2002, y desde entonces fueron apoyados por Nuestras Hijas de Regreso a Casa.
"Primero, al saber que de la muerte tu mamá es difícil, caes en una depresión, pero la maestra Marisela "Ortíz- nos ha apoyado bastante. Cuando pasó estuvimos en terapias psicológicas, ella nos visitaba, nos animaba, nos decía que siguiéramos adelante, y eso fue algo importante para poder superar la perdida", aseguró.
Eventos como la realización del altar de muertos ayuda a los hijos y familiares de las víctimas a superar la perdida de una mejor manera, afirmó quien actualmente da clases de música a los niños y adolescentes del grupo.
"Hemos visto un cambio muy grande, ellos siguen estudiando, se está trabajando para darles otras alternativas y alejarlos de los riesgos juveniles que actualmente prevalecen en la ciudad", comentó el coordinador del grupo mientras los familiares terminaban de colocar las fotografías sobre el altar.
También se colocó el uniforme color verde que utilizaba Alejandra García Andrade cuando era comandante de la escolta en la Secundaria número 8368, junto a su fotografía con la leyenda "Justicia", misma exigencia que la de los familiares de Silvia Elena Rivera, quien fue asesinada el siete de junio de 1995.