La agresión en contra de Norma Andrade en el DF, después de haber sido atacada a tiros en Ciudad Juárez, Chihuahua, hace dos meses, hace reflexionar sobre lo siguiente: la alta vulnerabilidad de los defensores de derechos humanos en México, la esfera de impunidad con que se desenvuelven los victimarios, la intolerable omisión del deber de las autoridades federales y del DF al no otorgar la debida protección a la activista.
Grave, muy grave que la falta de protección tenga como explicación la indiferencia o incluso la complicidad de los gobiernos federal y de la ciudad de México.
José Lavanderos