Periódico La Jornada Sábado 29 de febrero de 2020, p. 25
Xalapa, Ver., El delito de feminicidio se incrementó en el país 138 por ciento, entre 2015 y 2019, mientras la impunidad en los casos llegó a 75 por ciento, reconoció el subprocurador regional de Procedimientos Penales y Amparo de la Fiscalía General de la República (FGR), Roberto Andrés Ochoa Romero.
Durante la inauguración de la primera sesión ordinaria de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, zona sureste, Ochoa Romero advirtió que una parte central de este encuentro entre las fiscalías de Tabasco, Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Veracruz, entre otras, se trataría el feminicidio, en términos de investigación y clasificación.
Explicó que este delito es uno de los más sensibles para la sociedad, pues durante el último año las cifras de homicidio y feminicidio, costaron la vida a 3 mil 800 mujeres en México, con un índice de impunidad de 75 por ciento para el feminicidio y 90 por ciento en el caso de homicidios.
Es preciso reconocer y entender que actualmente las mujeres se enfrentan a un clima de violencia de género que restringe sus derechos y pone en riesgo su seguridad, integridad y dignidad, expresó el funcionario federal.
Argumentó además que debido a esta problemática, en la reunión con fiscales del sureste se retomaría la propuesta del titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero, de implementar reformas y modificaciones al tipo penal de feminicidios, ya que tienen el objetivo de fortalecer la actuación de los agentes del Ministerio Público en la erradicación de este flagelo social, destacó Ochoa Romero.
El feminicidio de Fátima es una historia que se repite al menos 10 veces al día en nuestro país: una niña que no es protegida por las instituciones, una red criminal que cuenta con la impunidad para actuar, ataque sexual, mutilaciones infamantes o degradantes y la exposición pública del cuerpo de la víctima. ¿Quién podría pensar que es un caso aislado más? ¿Quién podría pensar que los feminicidios no son una emergencia nacional? #JusticiaParaFátima#NiUnaMenos
"¿Destrozos? Destrozada quedó la familia de Fátima cuando 3 hombres la secuestraron y violaron los tres al mismo tiempo, rompiendo sus muñecas y tobillos, haciéndole un hueco de 30 cm en el pecho para después tirar una piedra sobre su cabeza y arrojarla a una sanja a metros de su casa.
¿Destrozos? Destrozada quedó Joselin cuando salió a comprar el desayuno y nunca más volvió por haber sido asesinada por un carnicero. Destrozada quedó la Madre de Valeria, de sólo 11 años, cuando esta fue asesinada y posteriormente violada MUERTA por un chófer de combi.
¿Destrozos? Destrozados los hijos que quedaron huérfanos y deben enterrar a su madre. Destrozada la cara de aquellas mujeres que son quemadas por su novio, su esposo, machista y misógino. Destrozado el cuerpo que lucha por su vida, que prefiere morir antes que volver a ser penetrada a la fuerza por cualquier hombre.
¿Destrozos? Destrozada el alma de aquella chica de 16 años que fue violada por 30 hombres en una casa abandonada. Destrozada el autoestima de todas aquellas mujeres que han sido acosadas, violentadas y perseguidas, esclavizándolas al terror, al llanto y la impotencia.
¿Destrozos? Destrozadas la dignidad por la normalización de la violencia hacia la mujer en nuestro país. Vergüenza y repudio para aquellos y aquellas que dicen no son capaces de ver más de sus narices y exclaman: "¡¿Por qué destruyes los monumentos?!".
¡Por mi rompe todo! El gobierno se encargará de poner otro monumento mañana, ¿pero qué hará para proteger a las que aún estamos con vida? Por mi rompe todo, hermana. Píntalo todo. Dejemos reflejada la lucha, no sólo en el cuerpo de las que ya no están.
Que el mundo sepa que México es un país feminicida".
as mujeres de laCiudad de México realizaron ayer una jornada de protesta para exigir que se ponga fin a la violencia de género. Con actos que iniciaron desde la mañana y se extendieron por el centro capitalino bajo un chubasco por la tarde, miles de mujeres hicieron patente su rabia ante todas las formas de agresión y discriminación que padecen en sus vidas cotidianas, en particular por el alarmante crecimiento del más extremo de estos ataques: el feminicidio, así como por el manejo amarillista de ese flagelo por algunos medios de comunicación.
Se trata de un reclamo plenamente fundado. Desde hace varias semanas, en este espacio se ha reiterado que existe un deterioro inocultable en la situación de inseguridad que enfrentan las mujeres de todo el país: con 976 episodios, 2019 ha sido el año con más feminicidios desde que se inició el registro de estos crímenes en 2015, cuando se tomó nota de 411. El incremento de 137 por ciento en apenas cuatro años maquilla realidades incluso más atroces, como la de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde los feminicidios se quintuplicaron de 2017 a 2018.
Las cifras son apenas un elemento del contexto en el que se ha gestado la rabia mostrada por las mujeres ayer y en anteriores expresiones de protesta. Entre muchos otros factores que contribuyen a la exasperación de los colectivos feministas y sus simpatizantes, deben señalarse la indolencia de las autoridades de todos los ámbitos y todos los niveles ante los casos de violencia suscitados en la esfera de sus competencias, y la consecuente impunidad con que se salda la mayoría de los actos de agresión machista, así como la insensibilidad y la falta de empatía con que amplios sectores de la sociedad responden ante las denuncias, una de cuyas manifestaciones más graves es la deficiente cobertura por los medios de comunicación que hacen de la violencia un espectáculo.
Ante tal escenario, se han cuestionado los métodos de lucha desplegados durante las protestas. Hay quienes los consideran inadecuados, cuando no abiertamente repudiables, porque generan animadversión a una causa justa y alejan a posibles participantes. Tales desacuerdos de ninguna forma deben poner en duda la exigencia de justicia y la urgencia de sus reclamos.
Por último, es claro que dichos métodos son un enorme ¡ya basta! ante una realidad intolerable, y que la mejor manera de poner fin a formas de protesta consideradas poco deseables consiste en acabar con las agresiones que obligan a las mujeres a hacerse escuchar.
Este sábado 15 de febrero saldremos a marchar por el feminicidio de Ingrid Escamilla pero también por el aniversario luctuoso del feminicidio de Lilia Alejandra García Andrade. Marcharemos del MUREF a la cruz de clavos. Nos vemos a las 2:00pm!!
Lilia Alejandra García Andrade tenia 17 años de edad, cuando fue desaparecida el día 14 de febrero del 2001, por el sector de la Ejército Nacional. Una semana después, el 21 de febrero, su cuerpo fue encontrado en un terreno baldío frente a Plaza Juarez Mall. Alejandra trabajaba en una empresa maquiladora y era madre soltera de dos pequeños hijos de 1 año y medio y 5 meses de edad: Jade y Caleb.
Alejandra siempre fue muy destacada académicamente. Participó en poesía, basquetbol, ajedrez y en el equipo de las porras de su escuela secundaria.
Este caso permanece en la impunidad siendo confirmado hasta el día de hoy solamente el código genético de uno de sus asesinos. Alejandra fue mantenida en cautiverio durante una semana antes de su muerte, fue violada tumultuariamente, torturada y mutilada. Existen elementos para poder relacionar este feminicidio con los 8 del Campo Algodonero. Así que muy probablemente, los asesinos de Lilia Alejandra García Andrade, sean también culpables del caso Campo Algodonero. Desde el principio, Norma Andrade, Marisela Ortiz y Malú García Andrade descubrieron toda una serie de inconsistencias, contradicciones y desaparición de pruebas por parte de las autoridades. Esto las ha llevado a sospechar de un posible encubrimiento hacia personajes o grupos poderosos de la ciudad.
El 21 de febrero del 2015 pintamos el primer rostro de Alejandra en la colonia Condesa; ese mismo día, se puso su mampara sobre la carretera Panamericana, en la tienda donde ahora es Costco. También en el 2017 se pintó un segundo mural con su rostro sobre el Blvd. Zaragoza. Siendo agotados todas las instancias a nivel nacional, actualmente el caso está siendo llevado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Estos ejercicios de memoria se llevaron a cabo con la finalidad de recordar que los culpables continúan en libertad.
Agradecemos mucho a Norma Andrade por permitirnos reivindicar su memoria en este XIX aniversario luctuoso.
a jefa de gobiernode la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, afirmó ayer que habrá sanciones ejemplares para los funcionarios públicos implicados en la filtración de fotografías del cuerpo de Ingrid Escamilla, asesinada por su pareja el sábado 8 de este mes, así como del video en el cual se interroga a su presunto feminicida. Además de admitir que las filtraciones se producen tanto en la Fiscalía General de Justicia como en la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalinas, Sheinbaum anunció que ya analiza modificaciones al Código Penal que pongan fin a esta práctica, a la vez que instó a los medios de comunicación a ejercer su labor con responsabilidad para evitar violaciones a los derechos humanos de las víctimas.
En cuanto al último punto mencionado, es necesario reconocer que dar cuenta de un suceso criminal sin las debidas precauciones para salvaguardar la intimidad de las víctimas viola los derechos humanos de éstas y de su entorno, que en este sentido constituyen una revictimización de las personas afectadas y sus familiares, y que para colmo representan una práctica de lucro con el dolor ajeno. En estos supuestos caen todos aquellos actores con poder mediático, incluyendo a medios impresos, electrónicos, portales de Internet, tuiteros y youtuberos que realizan coberturas sensacionalistas o amarillistas con el propósito de atraer audiencias y, en última instancia, generar ganancias.
Con todo lo grave que es la revictimización referida y el daño generado por las coberturas carentes de ética podría ir más allá del dolor infligido al entorno de las víctimas: como plantea la antropóloga argentina Rita Segato, al convertir el feminicidio en un espectáculo en el cual el asesino cobra un poderoso rol protagónico, la violencia se glamuriza y se crea un efecto de imitación que incita a repetir estos crímenes. La estudiosa de la violencia de género señala también que lo anterior no implica un llamado a la censura, pero sí a una reflexión acerca de la manera de presentar la información sin promover los crímenes, es decir, sin brindar a los verdugos la oportunidad de convertirse en protagonistas y sin dotar de atractivo mimético al delito mismo.
En cuanto a la modalidad específica de espectacularización de la violencia que consiste en difundir imágenes morbosas de las víctimas, es un hecho que desde los albores de la prensa masiva existe un mercado de gráficos de episodios violentos, con vendedores –en este caso, funcionarios públicos– y con compradores –los citados medios de toda índole–, y que la responsabilidad por la compraventa de las imágenes recae en primera instancia en los agentes encargados de hacer cumplir la ley. Por ello, cabe saludar la iniciativa de la jefa de Gobierno capitalina para penalizar estas infracciones al código de conducta de las instituciones de seguridad y justicia, así como exhortar a que esta propuesta cristalice a la brevedad posible en un conjunto de disposiciones legales que pongan fin a esta forma de revictimización.
Por su parte, los medios de comunicación deben emprender un ejercicio introspectivo para el desarrollo de formatos que les permitan cumplir su cometido informativo con ética periodística. Está claro que este deber rebasa al ámbito del contenido audiovisual, pues en la actualidad las formas de cobertura están impregnadas de violencia y de recursos narrativos que terminan por volverse una exaltación del crimen. Si hoy estamos inmersos en una sociedad del espectáculo, donde el afán mediático se ha convertido en poderoso resorte del actuar individual y colectivo, quienes se encuentran al frente de los medios están llamados a ejercer su capacidad mediática con prudencia, sensatez y, ante todo, empatía para con las víctimas.
De enero a diciembre de 2019, 2,819 mujeres fueron asesinadas en México. Por ello, me uno a la convocatoria para alzar la voz en una #CadenaFeministaMx#CDMX.
La cita es el:
Hace unos días, la diputada Lorena Villavicencio informó que en la reunión plenaria de Morena con el fiscal Gertz Manero en torno a las reformas penales que están por anunciarse, éste propuso eliminar el tipo penal de “feminicidio” del futuro Código Penal Único y redefinirlo como “homicidio agravado” (CIMAC Noticias, 31 I. 20). Casi enseguida otras diputadas, especialistas en violencia contra las mujeres y defensoras feministas se pronunciaron en redes sociales contra esta propuesta bajo el hashtag #EsaLeyNoSeToca.
¿Por qué causa tal indignación esta posibilidad, más allá del sarcasmo de que parecería un intento de “acabar con el feminicidio” de un plumazo?
Nombrar es reconocer, darle nombre a un acto, es reconocerlo y darle sentido. Distinguir entre homicidio, muerte violenta de mujer y feminicidio no ha sido ni es un entretenimiento académico. El desarrollo del concepto “femicide”, por las teóricas feministas Russel y Caputi, y el de “feminicidio” que se ha dado desde la traducción-adaptación del término por Marcela Lagarde y otras académicas feministas, es un trabajo intelectual útil que ha permitido distinguir, hacer visible y explicar la violencia machista que se desata contra la vida y el cuerpo de las mujeres en un tipo de asesinato particular
“Feminicidio” se refiere en sus inicios, antes de la tipificación, al asesinato de mujer por un hombre, por el hecho de ser mujer – por razones de género-, y alude también, en México, a la impunidad en que suele quedar este crimen; impunidad penal, que conlleva responsabilidad del Estado (negligente y omiso), e impunidad social, dada la tolerancia hacia la violencia contra las mujeres, aquí y en otros países.
El término, cuyo concepto se desarrolla en México en el marco del feminicidio en Ciudad Juárez y su patente impunidad ya para inicios de este siglo, se fue adoptando poco a poco, no sin resistencias y cuestionamientos por falta de comprensión. Con el tiempo, sin embargo, se entendió que darle nombre a una forma de violencia específica contra las mujeres, a las que no sólo se asesina sino se priva de libertad, se agrede y tortura sexualmente, y cuyo cadáver se deja expuesto en un baldío o en la calle; o a las que se mata con saña o simulando un suicidio, tras años de maltrato, amenazas y golpes – en una relación de pareja, por ejemplo- sí era importante. Permitiría, por ejemplo, imponer un castigo específico a quien cometiera este tipo de asesinato. Así lo sugiere su incorporación en el Código Penal Federal y la recomendación del Comité de la CEDAW de que los códigos penales estatales, con definiciones sesgadas o incompletas, se armonizaran con él y que garantizara “la aplicación efectiva de las disposiciones del código penal sobre el feminicidio”.
Pretender eliminar el tipo penal suena “ridículo” pero es sobre todo “no poner atención a las demandas de la sociedad femenina, feminista, derecho humanista, y de las familias de las víctimas”, plantea la doctora Julia Monárrez (en breve entrevista conmigo).
Así se borraría “una categoría que analiza la violencia contra las mujeres”, que “se han apropiado” académicas y activistas feministas y sobre todo las familias de las víctimas a las que les ha permitido “señalar la injusticia… ésa de la que no se habla”; explica la destacada investigadora del Colegio de la Frontera Norte.
Categoría, añade, que ha permitido sacar la violencia machista del criterio falaz de crímenes pasionales. Monárrez señala también la importancia de saber “quiénes son los perpetradores y sus motivos” y afirma que tras la tipificación del feminicidio se espera que “los mecanismos para acceder a la justicia se den”, funcionen.
A pregunta expresa acerca del argumento de algunos de que se mata también, y más, a hombres, y con mucha saña, la experta en este tema, con trabajo teórico y de campo en Ciudad Juárez, explica que: “el análisis feminista debe hacer una reflexión fina sobre los cuerpos lacerados. Aunque a veces parecen los iguales o similares, la violencia no es idéntica porque los cuerpos (sexuados) son distintos y las agresiones son distintas”. Hay que prestar atención también “a las palabras que profieren quienes asesinan a las mujeres”, añade, “no se les llama igual”.
Quien estableció hace tiempo una tipología para diferenciar el feminicidio, recuerda que es importante “visibilizar los motivos”, saberlos. Esto no es asunto menor, puntualiza: “seguimos con estadísticas de medición de homicidios” cuando “hay más mujeres asesinadas en el ámbito privado que en el público”.
Otro aspecto que cabe destacar es que a partir de un estudio suyo, con geo-referenciación, publicado en 2004, pudo detectar colonias específicas con índices más altos de este crimen. Es importante entonces ampliar estos estudios, tomarlos en cuenta, y averiguar qué pasa en estas colonias para poder prevenir. Entre otras, es evidente a partir de su estudio y de trabajos sobre seguridad ciudadana que es preciso asegurar buena iluminación y transporte seguro para todas las mujeres como una política de servicios públicos básica, no como medidas extraordinarias, estilo “sendero seguro”. Sabemos que en calles iluminadas y con un buen transporte, la gente puede circular con menos temor o sin él, se trata pues de medidas mínimas de prevención de la violencia en general y de la violencia contra las mujeres en particular. Tomar en cuenta también los factores que favorecen la violencia feminicida en el espacio privado contribuiría así mismo a prevenir su culminación en feminicidio.
Más allá de la tipificación, los numerosos estudios sobre el feminicidio dan luz para prevenirlo y frenar la violencia machista. Desde la sociedad, académicas, defensoras, activistas e incluso funcionarias públicas han trabajado por entender y hacer visible este tipo de violencia, lo que ha faltado es la participación activa a corto y mediano plazo junto con la sociedad.
En vez de desechar una categoría que permite entender y permitiría investigar mejor estos crímenes intolerables ¿por qué no estudiarla, mejorar su tipificación, capacitar a los agentes del sistema penal en todos los niveles, garantizar justicia, reparación del daño y no repetición? ¿Por qué no adoptar a la vez medidas para prevenirlos?
Protesta contra los feminicidios en la CDMX en imagen de archivo. Foto José Carlo González
Ciudad de México. Con el fin de honrar a las víctimas de feminicidio, “recordarlas como personas amadas, con un proyecto de vida, sueños y metas”, y denunciar la falta de justicia en los casos, organizaciones feministas colocarán por lo menos 35 monumentos en los lugares donde ocurrieron los asesinatos.
Lo que se pretende con la campaña Contra la impunidad y el olvido es “que la ciudadanía y autoridades sepan que ellas (las víctimas) tenían un rostro y nombre... No son una cifra”, dijo Malú García Andrade, directora jurídica de la organización Nuestras Hijas de Regreso a Casa.
En conferencia de prensa, detalló que el primer monumento se colocará hoy miércoles en la Plaza de los Mártires, en Toluca, estado de México, por el aniversario luctuoso de Fátima Quintana Gutiérrez, quien tenía 12 años de edad cuando fue asesinada el 5 de febrero de 2015.
Lorena Gutiérrez, madre de la menor, narró que su hija fue interceptada por tres hombres cuando regresaba de la escuela a su casa, quienes la violaron y apuñalaron. A lo largo de estos cinco años, en los que se ha enfocado en buscar justicia, dijo que su familia ha sido amenazada, fue desplazada y ha vivido violencia institucional.
Señaló que el proceso judicial contra los asesinos sigue su curso, sólo uno ha sido sentenciado a 73 años y ocho meses de prisión, y otro más podría no cumplir su condena de cinco años, porque en el Centro de Internamiento Adolescente “Quinta del Bosque” no puede permanecer después de los 23 años de edad, y saldrá libre en octubre de 2020.
En este contexto, las organizaciones reprobaron la intención del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, de eliminar el tipo penal de feminicidio. Gadiel Alcaraz, de Más Vida, Más Igualdad, dijo que “es un tema retrógrada”.
El argumento que se ha impulsado para eliminarlo es “que es difícil de probar”; sin embargo, refutó, las múltiples experiencias muestran que hay una falta de voluntad. “Nuestro llamado es que no se dé un paso atrás en la figura del feminicidio, es una conquista de todas las mujeres, un avance jurídico”, dijo.
Las organizaciones destacaron que en 2019 en el estado de México se registraron 443 asesinatos de mujeres, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública). De estos sólo 117 fueron clasificados como feminicidios. García Andrade añadió que el año pasado sólo en cuatro casos se emitieron sentencias.
Periódico La Jornada Miércoles 5 de febrero de 2020, p. 7
La propuesta del fiscal general, Alejandro Gertz Manero, de desaparecer el tipo penal de feminicidio –porque es difícil de probar– sería un grave retroceso en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, pues dicha iniciativa no está basada en diagnósticos y pasa por alto que las dificultades al investigar este delito se deben a omisiones de la policía, no a defectos en la tipificación del mismo, señalaron organizaciones feministas y de derechos humanos.
Tania Reneaum, directora ejecutiva de Amnistía Internacional México, señaló en entrevista con La Jornada que la propuesta de Gertz Manero no va acompañada de ninguna política pública que ataque de raíz la existencia de los feminicidios, por lo que reduce un fenómeno social muy complejo a un tema estrictamente penal.
Destacó que el tipo penal de feminicidio no sólo menciona que se trata de un asesinato por razones de género, sino que fue creado con elementos objetivos y comprobables para evitar que los ministerios públicos argumentaran que son incapaces de investigar algo tan general.
Las organizaciones feministas Más vida, Más Igualdad y Nuestras Hijas de Regreso a Casa reprobaron la intención de Gertz Manero de eliminar el tipo penal de feminicidio. Gadiel Alcaraz, de Más Vida, Más Igualdad, dijo que es un tema retrógrada.
El argumento para eliminarlo es que es difícil de probar; sin embargo, refutó, las múltiples experiencias muestran que hay una falta de voluntad. Nuestro llamado es a que no se dé un paso atrás en la figura del feminicidio, es una conquista de todas las mujeres, un avance jurídico, dijo.
De su lado, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio consideró inadmisible y como un grave retroceso la iniciativa de Gertz Manero, pues “no responde a un diagnóstico previo que haya identificado los obstáculos en la acreditación del delito
Por otro lado, con el fin de honrar a las víctimas de feminicidio, recordarlas como personas amadas, con un proyecto de vida, sueños y metas, y denunciar la falta de justicia en los casos, organizaciones feministas colocarán por lo menos 35 monumentos en los lugares donde ocurrieron los asesinatos.
Lo que se pretende con la campaña Contra la impunidad y el olvido es que la ciudadanía y autoridades sepan que ellas (las víctimas) tenían un rostro y nombre... No son una cifra. Que la sociedad cuando vea estos memoriales sepa que en esa entidad asesinan mujeres, dijo Malú García Andrade, de Nuestras Hijas de Regreso a Casa.